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El mártir del rescate

Teixeira dos Santos, ministro portugués de finanzas, no veía más salida para Portugal que el rescate de la UE y lo provocó para evitar la bancarrota. Eso ha frenado en seco su carrera política

El mártir del rescate

BLANCA TORQUEMADA

También hay claveles con espinas. La elocuente ausencia de Fernando Teixeira dos Santos en la celebración de la fiesta nacional de Portugal el pasado 25 de abril, en la que el país vecino conmemora la revolución de 1974, ratificó que quien había aterrizado en 2005 en el Gobierno socialista luso como «superministro» de Finanzas agonizaba políticamente. El divorcio entre José Sócrates y él ya era de dominio público, pero esa obscena escenificación de la ruptura retrataba un ambiente irrespirable, trufado de falsos pretextos. «No ha asistido -había dicho Sócrates- porque se ha quedado en Lisboa trabajando con la troika de ayuda externa». Sin embargo, varias personas le vieron ese día en las inmediaciones de su casa de Vilanova de Cerveira, en el Alto Tajo.

Por ahí supuraba la herida del rescate de Portugal decretado por la UE, evaluado finalmente en 78.000 millones de euros. Una intervención teledirigida que obligará a un plan de ajuste feroz, más estricto que el que el Ejecutivo había intentado sacar adelante en el Parlamento y que, al ser rechazado en la Cámara el pasado mes de marzo, provocó la dimisión de Sócrates y la convocatoria de elecciones anticipadas el próximo 5 de junio. Un desenlace abrupto que otorga el papel menos agradecido a Teixeira dos Santos, reducido a gestor interino de ese «protectorado». Y le convierte en víctima de una crisis sin precedentes en la que ha abrasado su prestigio de figura «técnica» (siempre se le había tenido por respetado profesor universitario y hábil gestor) por las refriegas políticas de última hora, que le han dejado fuera de las listas de los socialistas portugueses para los inminentes comicios.

A gritos con Sócrates

Se dice en los mentideros lisboetas que una reciente reunión de Teixeira con Sócrates en Sao Bento (la sede del Parlamento) terminó a gritos, y que el ministro se marchó destemplado, sin hacer caso de los requerimientos del jefe de Gobierno desde lo alto de la escalinata. Ha sido el último y seguramente definitivo portazo de una carrera política ligada desde siempre a los socialistas.

Nacido en 1951 en Maia, cerca de Oporto, Teixeira dos Santos estudió en el Liceo Rodrigues de Freitas, donde se forja buena parte de la clase dirigente portuguesa, y se licenció en Economía en 1973. Más adelante se doctoró en la Universidad de Carolina del Sur, y con ese bagaje internacional se ganó la respetabilidad académica que le ha llevado a impartir clases en la Facultad de Economía de la Universidad de Oporto desde 1991. A partir de ahí intensificó también su dedicación a la vida pública. Después de participar en la redacción del programa electoral del Partido Socialista en 1995, fue nombrado secretario de Estado de Tesoro y Finanzas del Gobierno de Antonio Guterres, cargo desde el que promovió la privatización de empresas públicas y logró pingües ingresos para las arcas del Estado.

Entre 2000 y 2005 presidió la comisión del mercado de valores portuguesa y durante esta etapa se fogueó en el ámbito internacional, tanto en Iberoamérica (al frente del Instituto Iberoamericano de Mercado de Valores), como en labores de asesoramiento a la Comisión Europea. Unos precedentes que le afianzaron como figura valorada y que le permitieron conocer a fondo la economía comunitaria.

En eso se funda, precisamente, el telón de fondo de sus desavenencias con Sócrates: Teixeira venía defendiendo la necesidad ineludible de solicitar el rescate, mientras el primer ministro se resistía, como gato panza arriba. Así que el responsable de Finanzas aireó por su cuenta que la petición de intervención comunitaria ya estaba decidida y forzó la situación. No veía otro remedio, pues el repudio del Parlamento al plan de ajuste había acrecentado la desconfianza y colocado a Portugal aún en peor posición. Imposible disfrazar la realidad, como el propio ministro había sentenciado alguna vez: «Pueden fallar las previsiones o las cuentas, pero no se puede engañar».

Enemigo del déficit

El rescate de Portugal es la cruz con la que en estos momentos carga quien hace unos años declaraba que «un déficit excesivo es antidemocrático porque lastra a generaciones futuras», mientras pasa a limpio los implacables deberes impuestos por Bruselas: «Este es un programa exigente en su contenido, pero lo será aún más en su aplicación. Y no podemos fallar».

En ese rumbo incierto y agotado por ahora su tiempo político, Teixeira tendrá que ver la evolución de los acontecimientos desde la distancia, entregado a la docencia, a su familia y a sus aficiones: la fotografía, la jardinería, la buena conversación y cocinar para los amigos. Aunque le seguirá doliendo el «amor da patria nao movido de premio vil» del que habló Camoens en «Os Lusíadas», ante esta nueva travesía épica de Portugal.

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