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UNA HUELLA EN LA ARENA

La abstención

Habrá que esperar al escrutinio para saber cuántos votantes dan la espaldaa esta partitocracia

FRANCISCO ESTUPIÑÁN

LA campaña electoral ha empezado oficialmente y los dos grandes partidos nacionales despliegan sus estrategias: el PP quiere convertir estas elecciones en unas primarias para Rajoy y el PSOE intenta diluir este efecto recordando que son unos comicios autonómicos y locales. Sin embargo, parece que la suerte está echada, según las encuestas, en las que se vaticina una debacle de los socialistas. Menos en Canarias, según el CIS, que hace un alarde de desconocimiento de la realidad de nuestras islas.

Pero pocos se han atrevido a mentar la bicha de esta convocatoria, que no es otra que la abstención. Efectivamente, muchos votantes ejercerán su derecho contra Rodríguez Zapatero y su loca carrera hacia la nada; pero otros muchos, autónomos y pequeños empresarios, no olvidarán que sus actuales penurias son consecuencia de que los ayuntamientos de cualquier signo no les han abonado las deudas pendientes. Y otros tantos tendrán presente que perdieron sus empleos por esta razón. Incluso colectivos más afortunados, como los empleados públicos, se están movilizando para que no pase desapercibido que se vota a aquellos que han recortado su poder adquisitivo.

Hasta el presente, un 40 por ciento de los votantes no estaba acudiendo hasta las urnas. La razón estaba en el llamado desencanto de la política. Y esto ya se asumía como normal. En esta ocasión, los ciudadanos sufren la rabia contenida, tal vez incluso el rencor, contra una clase dirigente que vive en una torre de marfil levantada con ladrillos de dinero de todos. Y no pueden perdonar que se hayan subido los sueldos mientras la lista del paro sumaba millones de personas. Lo corroboran los barómetros del citado CIS, que están colocando a los políticos reiteradamente entre los principales problemas del país.

La guinda a tanto desaguisado la ha puesto el Tribunal Constitucional permitiendo, justo en el inicio de la campaña, la participación de los proetarras en las elecciones gracias al voto a favor de los magistrados (dejemos los eufemismos) del PSOE. Los cuartos rebañados a los contribuyentes irán a parar otra vez a los bolsillos de los filoterroristas mientras éstos se vuelven a vacilar de la Constitución en las instituciones. Y el común, aunque se empeñen en negarlo, está escandalizado de que se eche por tierra los exitosos esfuerzos jurídicos y policiales por arrinconar a los violentos.

Así las cosas, habrá que esperar al escrutinio para saber cuántos votantes dan la espalda a esta partitocracia. Reclamarán, con su hartazgo, una reforma constitucional que haga de verdad independientes a todas las instancias judiciales y a todos los mecanismos de control de la Administración pública hoy mangoneados alevosamente por los partidos.

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