Monumental bronca entre PP y PSOE en el Senado por Chaves y los negocios de su hijo
Senadores en pie de uno y otro partido se descalificaban mutuamente, mientras que el presidente del Senado, Javier Rojo, trataba de reconducir un Pleno que se le iba de las manos
El Pleno del Senado retomó este martes el periodo de sesiones como lo finalizó, con una monumental bronca entre PP y PSOE por el vicepresidente Manuel Chaves y los negocios de su hijo como protagonistas. Dos preguntas en la sesión de control de los senadores populares Rafael Salas y Sebastián Pérez , derivaron en un enfrentamiento entre socialistas y populares, ante el que el presidente de la Cámara Alta, Javier Rojo, se mostró impotente para frenar los gritos y las descalificaciones. Llegó a reconocer que cuando se viera la sesión por televisión «nos avergonzaremos» del «lamentable» espectáculo.
El ambiente lo comenzó a calentar el sevillano Rafael Salas con una pregunta sobre si «la gestión del vicepresidente tercero está repercutiendo negativamente en la credibilidad del Gobierno». El enunciado era la excusa para llegar a donde quería: los negocios de su hijo y el escándalo de los ERE irregulares . Salas entró a saco y aseguró que «no hay manto político que tape los hechos de la Junta» y que el Gobierno «no puede ser el refugio de sus escándalos». El senador andaluz aseguró que Chaves se ha convertido en un «problemón» para Zapatero y le pidió al vicepresidente que dé el visto bueno para que el Parlamento andaluz investigue.
La puntilla a esta ofensiva del PP la puso el senador granadino Sebastián Pérez que le preguntó a Chaves por el grado de cumplimiento del Código de Buen Gobierno y se refirió a las «suculentas comisiones» que podría haber recibido su hijo. Fue entonces cuando Chaves, en su respuesta, sacó el caso Gürtel y la «conducta del señor Camps que amenaza con la censura a los medios de comunicación que informan sobre la corrupción del PP». Esta alusión a la Gürtel hizo que un senador del PP dijera: «Eso es mentira» y se montó el escándalo.
Senadores en pie de uno y otro partido se descalificaban mutuamente, mientras que el presidente Rojo trataba de reconducir un Pleno que se le iba de las manos: «¡Silencio, silencio! Esto es lamentable, no conduce a nada y dice muy poco de la institución y de nosotros». Pero nadie parecía hacer caso a sus palabras, insistió en su intento de apaciguar los ánimos: «Es lamentable lo que estamos haciendo, cuando lo veamos por televisión nos avergonzaremos de lo que estamos haciendo».
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