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Señas de identidad de un continente

Inaugurada en la Biblioteca Nacional la exposición «América Latina, 1810-2010. 200 años de historias»

Señas de identidad de un continente EFE

MANUEL DE LA FUENTE

Nos separa la Mar Océana y nos separan miles de kilómetros. Pero nos unen quinientos años de historia en común (aunque también haya habido lugar para sus fas y sus nefas, sus tiras y sus aflojas) y una lengua universal. Allá, al otro lado del Atlántico, palpita Hispanoamérica y quiere abrirnos su corazón con la exposición «América Latina 1810-2010. 200 años de historias», que ayer se inauguró en la Biblioteca Nacional, con la colaboración de Acción Cultural Española.

La exposición reúne doscientas piezas, la mayoría obras sobre papel, aunque también hay fotografías, mapas, cuadros, artesanía popular, libros... y ha sido comisariada por Rodrigo Gutiérrez Viñuales y Pedro Pérez Herrero, quien resaltaba ayer que la exposición «quiere narrar la capacidad camaleónica de América Latina para adaptarse a los cambios de la historia».

La muestra arranca con la llegada de la Ilustración al continente hermano, y cómo el espíritu de la Razón impulsado y debatido en las Sociedades Patrióticas inunda aquellas tierras. Seguidamente, hace el viaje de vuelta a España para centrarse en la abdicación de Fernando VII en 1808 y la influencia que tuvo en Hispanoamérica la ruptura de la centenaria Monarquía hispánica. Momento que da lugar al tercer apartado de la exposición, el tiempo de las independencias y de la libertad y cómo empezaron a surgir las distintas identidades nacionales, que ya en el siguiente capítulo, «Liberalismo y nación en el siglo XIX», alcanza su apogeo con el desarrollo de las Repúblicas nacientes.

A continuación asistimos a la incorporación, a mediados del XIX, de estos países al progreso, y constatamos el imparable aumento de la población y los núcleos urbanos. El siglo XX, como en Europa, es un siglo de luchas, de tentaciones totalitarias que en muchos casos se convirtieron en la triste realidad de sangrientas dictaduras o en gobiernos populistas y disparatados. En este punto, se incorporan las voces a la muestra, con un documental sobre el «boom» literario, y bellas ediciones de Rubén, Borges, Neruda...

Pero no siempre las estirpes tienen que estar condenadas a cien años de soledad, incluso pueden tener una segunda oportunidad sobre la Tierra, como se la da la exposición en su «Epílogo», que nos habla de un continente en ebullición, palpitante, lo que permite, en palabras del comisario Pérez Herrero, «imaginar un futuro de 200 años en libertad».

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