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Acaban los preparativos en la capilla de las reliquias de Juan Pablo II

El traslado por etapas del féretro comenzará el 29 de abril en las Grutas Vaticanas

JUAN VICENTE BOO

CORRESPONSAL EN EL VATICANO

El último viaje de Juan Pablo II, el Papa que visitó 160 países, será de sólo unos cientos de metros dentro de la basílica de San Pedro. El emplazamiento definitivo de los restos de Juan Pablo «el Grande» está ya listo una vez trasladado discretamente el ataúd de Inocencio XI, que ocupaba hasta la noche del viernes la capilla de San Sebastián, contigua a la Piedad de Miguel Ángel, justo a la entrada de la basílica. La capilla ha sido restaurada y dotada de nuevos sistemas de iluminación y megafonía para recibir a los peregrinos.

El traslado de las reliquias de Juan Pablo II —ante cuya tumba pasan cada día una media de 20.000 peregrinos— comenzará el viernes 29 de abril en las Grutas Vaticanas con la retirada de la lápida blanca, el levantamiento del triple ataúd de madera y metal, y su desplazamiento menos de veinte metros hasta dejarlo justo frente a la tumba de San Pedro, donde permanecerá cubierto con una sencilla tela blanca durante dos días.

La mañana del domingo 1 de mayo, poco antes de la ceremonia de beatificación en la plaza de San Pedro, el féretro será alzado hasta la nave central de la basílica, donde quedará expuesto frente al altar de la Confesión, exactamente en el mismo lugar donde más de dos millones de fieles rindieron el ultimo homenaje a sus restos mortales durante los inolvidables días y noches de la capilla ardiente.

Al término de la ceremonia de beatificación, el Papa Benedicto XVI y los cardenales con que concelebrará la misa, acudirán en procesión para arrodillarse ante el féretro en el primer acto de culto público a las reliquias. Una hora más tarde, la basílica abrirá sus puertas a los peregrinos y permanecerá abierta día y noche durante el tiempo que sea necesario hasta que haya podido pasar el último peregrino.

Tan sólo después se procederá al traslado del féretro a la capilla de San Sebastián, que los fieles han comenzado a llamar ya «la capilla de Juan Pablo II», donde será depositado bajo el altar y protegido mediante una lápida de mármol con la escuetísima inscripción en latín: «Beatus Ioannes Paulus II».

El portavoz del Vaticano, Federico Lombardi, anunció que, a diferencia del cuerpo embalsamado de Juan XXIII, «el de Juan Pablo II no será visible». No se abrirá el féretro pues ha pasado muy poco tiempo desde el entierro. Además, mucha gente prefiere los féretros opacos a los de cristal, sobre todo si el rostro del santo ha sido deformado por la enfermedad. La imagen que los peregrinos verán será un gran tapiz que muestra al Papa con un gesto expresivo y cariñoso, como le recuerdan cientos de millones de personas.

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