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deporte y política

Titín III: «Si en algún pueblo no me quieren, lo asumiré»

El pelotari riojano ha ganado cuatro títulos oficiales y ha sido el delantero más solicitado en los infinitos torneos veraniegos

PÍO GARCÍA

Aquel domingo, 30 de marzo de 2008, el frontón Ogueta, en Vitoria, hervía de pasión. Más de 2.000 personas llenaban las gradas, no había un asiento libre y el vocerío era estruendoso: gritos, aplausos, cánticos, risas... Los corredores de apuestas sudaban la gota gorda anotando las posturas de los espectadores, cuyo corazón se deprimía o explotaba con cada vaivén del marcador. Sobre la cancha, cuatro pelotaris se disputaban uno de los títulos más importantes del año: el Campeonato de Parejas. Vestidos de azul, el delantero riojano Titín III (Tricio, 1969) y el zaguero guipuzcoano Laskurain (Soraluze, 1979) unían sus manazas contra la pareja colorada, integrada por el navarro Olaizola II (Goizueta, 1979) y el jovencísimo Mendizabal II (Hernani, 1983).

Los cuatro contendientes salían dispuestos a echar los hígados para conseguir el triunfo. La final enfrentaba a dos de los tres mejores delanteros del orbe: el férreo, frío y efectivo Olaizola contra el burbujeante, creativo e incombustible Titín. Las entradas se habían agotado en un pispás. Era el partido del año. A poco que levantaran la vista del suelo, los cuatro pelotaris podían sentir mareos de vértigo: los espectadores se apretaban en las tribunas y no paraban quietos. Se levantaban, animaban, fumaban, bebían y aplaudían con ímpetu. Algunos hacían ondear sus banderas. Había muchísimas enseñas riojanas, decoradas con lemas de apoyo a su ídolo: ‘Aúpa Titín’, ‘Titín campeón’. Había también bastantes pancartas escritas en euskera, reclamando el fin de la dispersión de los presos de ETA. Otros mensajes alentaban a Oier (Mendizabal) o a su compañero Aimar (Olaizola). Colocado en lo alto del graderío, un enorme cartel reclamaba la libertad del etarra Aitor Lorente.

El partido, más intenso que atractivo, provocó infartos entre los apostantes. Tras un duelo igualado y febril, Olaizola y Mendizabal encontraron una pelota de su gusto y acabaron sellando un triunfo resonante: 22-17. Los ganadores levantaron sus brazos al cielo, entre el éxtasis vocinglero de sus seguidores, mientras los periodistas se afanaban por conseguir sus primeras palabras. Los cronistas buscaban especialmente al joven Oier Mendizabal, que había entrado en el campeonato de rebote, por la lesión de un compañero, y ahora se veía alzado a la altura de los mitos. Al arrimarle el micrófono, le pidieron una dedicatoria: «Bueno, a mucha gente –dijo–. A la familia, a los que han estado conmigo desde pequeño..., pero, sobre todo, a los que no están. Tengo unos amigos presos y va por ellos». Aquellos cinco amigos, cuyos nombres detalló luego, más tranquilamente, en rueda de prensa, habían sido encarcelados por su vinculación con ETA, con la organización ilegal Segi o con la ‘kale borroka’.

Tres años después de aquella vibrante tarde en el frontón Ogueta, el delantero rival de Oier Mendizabal, Titín III, acaba de anunciar su ingreso en la política. Concurrirá, como independiente, en el noveno puesto de la candidatura del PP al Ayuntamiento de Logroño. Salvo una impensable catástrofe electoral, el pelotari riojano, una de las mayores estrellas que jamás ha dado este deporte, se convertirá el 22 mayo en concejal del Partido Popular.

«Quiero seguir jugando»

Titín III se llama en realidad Augusto Ibáñez Sacristán y nació en Tricio, un pueblo de 400 habitantes situado a 20 kilómetros de Logroño. Tiene 42 años, lleva dos décadas como pelotari profesional, ha jugado más de 1.500 partidos, ha ganado cuatro títulos oficiales y ha sido el delantero más solicitado en los infinitos torneos veraniegos que se organizan en el País Vasco, Navarra, Castilla o La Rioja, donde es un mito a la altura de Pau Gasol o Rafa Nadal. Los niños le asedian por la calle, le piden autógrafos, le sacan fotografías y quieren ser como él. Su fama no solo se explica por su palmarés y por su extraordinaria longevidad, sino, sobre todo, por su estilo: Titín irrumpió en el mundo pelotazale como un huracán de creatividad. En lugar de limitarse a golpear la piedra contra la pared (las pelotas, minúsculas, pesan más de 100 gramos), Augusto gozaba creando geometrías imposibles, buscando ángulos remotos e imprevistos, lanzándose en plancha para defenderse del ataque rival. Aquel joven Titín llenaba los frontones y prometía audiencias sustanciosas a la cadena autonómica vasca, ETB, que había comenzado a retransmitir partidos de pelota (ahora también se pueden ver en el canal Nitro, para toda España). Cuando se formó la promotora eibarresa Aspe, en 1998, ofreció a Titín una ficha mareante, de futbolista. Según algunas fuentes, el pelotari riojano cobra ahora más de 3.000 euros por partido. Todavía le queda año y medio de contrato. Quizá estos datos sirvan mejor para entender la conmoción que ha supuesto su salto a la política.

«Pero yo quiero seguir jugando», advierte. Dos semanas después de que se anunciase su sorpresiva inclusión en las listas del Partido Popular, Augusto Ibáñez recibe al periodista en el ambigú del frontón Adarraga, en Logroño. Titín sale del vestuario, tras dos horas largas de entrenamiento, y pide un buen vaso de café con leche. «Yo no soy político –puntualiza–. No quiero hacer carrera en esto. Pero mi vida es el deporte y quiero aportar algo a mi ciudad. Punto y pelota. Es mi única motivación».

– Pero usted actúa en pueblos donde los concejales del PP y del PSOE aún llevan escolta. ¿No teme la situación? –He tomado esta decisión con todas las consecuencias. Cada cual es libre de pensar lo que quiera y de decirlo. Esto es una democracia. Mientras no afecte a mi familia, aceptaré lo que venga. No debería ser así, pero si en algún pueblo no quieren que yo vaya... Lo asumiré y punto. Pero yo sigo siendo el mismo que hace quince días.

–Por la red ya vuelan algunos comentarios insultantes.

– No suelo leer los comentarios, sean buenos o malos. Espero y deseo que las cosas se tranquilicen, porque yo solo quiero seguir jugando.

–Usted es riojano y una de las grandes estrellas de la pelota. ¿Ha tenido alguna vez problemas por jugar en pueblos del País Vasco o de Navarra?

– Todo lo contrario. Me he sentido muy bien recibido siempre. Hasta ahora he ido a un montón de pueblos y seguiré yendo con la misma ilusión y ganas. Este es mi mundo.

– ¿Y con algunos de sus compañeros? ¿Cree que cambiará la relación?

– Fuera de la pelota, cada uno somos de nuestro padre y de nuestra madre, y ya está. Ellos me conocen. Saben que no soy político y que mi única vocación es la deportiva. Y eso sigue siendo así. Simplemente, ahora quiero trabajar por mi pueblo, por Logroño y por La Rioja. Estoy muy agradecido de que me hayan propuesto entrar en las listas.

Reverenciado

Todos los pelotaris de la generación de Titín se han jubilado ya. Augusto sigue. Apenas ha tenido lesiones, mantiene intacto su tirón entre el público y ahora se juega las alubias con delanteros mucho más jóvenes: les saca diez años a Aimar Olaizola y al francés Xala (Yves Xalaberry), doce al navarro Juan Martínez de Irujo... Sus compañeros lo reverencian como a uno de los grandes iconos de este deporte, muy popular en el País Vasco, Navarra, La Rioja y el sur de Francia y que cuenta con conspicuos seguidores en Soria, Burgos o Valladolid. La vida de los pelotaris es de una dureza extrema: apenas tienen vacaciones durante el año, engarzan los campeonatos oficiales con los torneos veraniegos. Sus manos sufren lo indecible, pero también deben mantener un buen tono general.

En estos últimos treinta años, con la llegada de la televisión, la pelota, antaño un deporte casi rural, de desafíos y pendencias entre los pueblos, se ha hiperprofesionalizado. Los pelotaris se machacan en los gimnasios y recurren a las últimas técnicas de preparación física. «Normalmente, divido mi temporada en dos –explica Titín–. En invierno juego menos y entreno más, unas tres horas al día; en verano, como hay tantos partidos, no puedes meter carga física extra. Hay que mantenerse». Por eso resulta tan extraordinario que Augusto Ibáñez Sacristán siga en el olimpo de las figuras a los 42 años. Quizá su paso a la política sea el primer aviso de su retirada: «Hombre, tal vez lo ideal hubiera sido dar ese salto cuando ya estuviera fuera, pero las elecciones son cuando son y las cosas vienen cuando vienen. No hay que darle más vueltas».

La familia y la empresa

Titín está casado y tiene tres hijos. Antes de tomar la decisión de meter su nombre en las listas del PP, consultó con su mujer y con su empresa, la promotora Aspe. «Mi familia estaba de acuerdo y me apoyó en todo. A los dirigentes de Aspe también se lo comenté, les dije lo que pensaba y les garanticé que iba a seguir en los frontones como hasta ahora, con la misma ilusión». En el último recodo de su vida profesional, cuando la biología acecha con su inapelable sentencia, Augusto siente la necesidad de mirar al horizonte: «La propuesta de Cuca (Gamarra, candidata del PP a la Alcaldía de Logroño) me llena de futuro. Quiero hacer cosas por el deporte. Yo no sé de otra cosa. No estoy preparado para nada más. Estaría todo el día viendo deporte: fútbol, balonmano, baloncesto, voleibol... Lo que sea. Tengo muy claro que, cuando me retire, quiero seguir dedicándome a esto». De momento, ya ha montado un pionero centro de entrenamiento de pelotaris para fomentar la cantera de este deporte en La Rioja y en las regiones vecinas. Más de cien niños sudan la camiseta en los frontones mientras sueñan con convertirse en el futuro Titín III.

Entre tanto, su mentor, Augusto Ibáñez Sacristán, apura el café con leche, saluda al periodista, coge su bolsa de deporte y abandona el frontón Adarraga vestido de paisano. «Acepto las críticas, pero he tomado esta decisión con todas sus consecuencias», remacha. Este fin de semana, como casi siempre, tiene trabajo: juega en Casalarreina (La Rioja) y en Eibar (Guipúzcoa).

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