Presión delirante
LUIS VENTOSO
La velocista Marion Jones cautivó al mundo. Con tres oros y dos bronces en Sidney, Marion, una contundente californiana de 25 años, se convirtió en la novia de América del verano del 2000. Un reinado efímero. Cuatro años después trascendió que sus zapatillas volaban a ... golpe de anabolizantes. La cuesta abajo fue implacable. La desposeyeron de sus medallas y la Federación de Atletismo de EE. UU. anuló todos sus registros.
¿Se imaginan que el presidente del momento -Bush- hubiese salido a defender a la atleta corrupta presionando a las autoridades deportivas desde la Casa Blanca? No, claro. En las democracias de solera hay reglas invulnerables.
Aunque lleva una vida percibiendo su nómina de la política, hubo un breve período en que Zapatero ejerció de profesor ayudante de Derecho en León. Hoy, uno se angustia pensando en la formación de sus alumnos. Y es que los zapatazos del presidente a normas elementales en un país del primer mundo desconciertan a cualquiera (bueno, a cualquiera que no lo conozca). Semanas atrás, Zapatero, incapaz de entender que existe algo que se llama justicia deportiva, pisoteó la independencia del comité de competición de la Federación Española de Ciclismo. Tras investigar el caso Contador, y vistas las pruebas incriminatorias, la instructora propuso suspenderlo un año. Pero Zapatero, por mero populismo, presionó a favor de Contador. La federación se arrugó y lo absolvió. Mal negocio. Ahora la Unión Ciclista Internacional ha recurrido y nos saca los colores por la inaudita intromisión política. Una imagen nociva para un país que ya arrastraba fama de ser laxo ante el dopaje.
Nada nuevo: hablamos de la misma persona que siendo el presidente de todos los españoles declaró tras la sentencia del Constitucional contra el Estatut que ayudaría a la Generalitat a buscar la manera de fumársela.
Sería ameno hacerse con un vídeo de aquellas clases de Derecho en León…
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