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«Estuve a punto de morir, pero la vida sin torear no es vida»

Después de debatirse entre la luz y la oscuridad por un terrorífico percance que la mantuvo tres semanas en coma, reaparece el 2 de abril

«Estuve a punto de morir, pero la vida sin torear no es vida» PALOMA AGUILAR

ROSARIO PÉREZ

—Medio año después del duro percance de septiembre en Marbella, regresa a los ruedos en la cubierta cacereña de Navalmoral de la Mata. ¿Cómo se encuentra?

—Muy bien. Ha sido un milagro. Estuve a punto de morir y tres semanas en coma, pero no tengo secuelas.

—Suena fría su sentencia. ¿Es consciente de que otra vez pondrá en juego su vida?

—Sí, lo soy, pero no me imagino fuera del arte del toreo a caballo.

—Conchita Cintrón se preguntaba en un libro «por qué vuelven los toreros». ¿Por qué lo hace usted?

—La vida sin torear no es vida. Es cierto que mis padres llegaron a decirme que no volvería a torear, que había sido muy grave y no debía continuar. Me llevé un disgusto enorme, pero gracias a Dios me respetan y seguiré adelante.

—En la fuerza de esta pasión, ¿manda más el corazón que la razón?

—Sin lugar a dudas. Mi amor por el toreo es lo más fuerte.

—Cuando abandonó el hospital, dijo que no recordaba la terrible escena en la arena. ¿Ha visto las imágenes?

—Sí, dos veces. Y no las quiero ver más. Son espeluznantes, con el animal pisoteándome.

—¿No siente miedo?

—Claro que lo siento. Tengo miedo a que los caballos no estén bien, a que los toros no colaboren, a que el piso no esté bueno... Tengo esa cosita y esa preocupación por querer triunfar.

—¿Ha sido capaz de montar de nuevo a «Piri-Piri», el caballo del drama?

—¡Por supuesto! Y está con unas ganas tremendas por torear, tan grandes como las mías. Quizá lo saque en la reaparición en Navalmoral.

—¿«Dialoga» con sus corceles?

—Cada día me dan una lección.

—¿Las estrellas de la cuadra?

—¿No vale al completo? Todos los caballos son importantes y tienen su sitio. Soy muy afortunada.

—Ahora se ha abierto la ventana de la esperanza. ¿Qué fue lo más oscuro?

—Para mi familia, cuando estaba en coma; para mí, el tiempo inactiva. Empecé a montar a finales de noviembre en mi finca de Tarancón y en diciembre toreé en el campo. Fue un milagro. Por suerte, ya estoy fenomenal. Los médicos dicen que, gracias a mi fortaleza y mi personalidad, me he recuperado así. He luchado mucho para llegar aquí y me estoy preparando intensamente.

—Echa por tierra esa (falsa) teoría de que el valor es solo cosa de hombres. ¡Es una auténtica guerrera!

—Cuando algo tiene un significado tan importante, se pelea hasta el final. Además, el toro no entiende si enfrente hay un hombre o una mujer.

—Muchos se preguntan qué hace una chica de 21 años en un sitio como éste...

—Disfrutar de lo que verdaderamente quiero. Me comentan que estoy en época de salir con las amigas y divertirme, pero lo que me gusta es esto.

—¿Es celoso el toro?

—Muchísimo. Acapara todo mi tiempo.

—Su día a día está lleno de embestidas y galopes. ¿A qué metería espuelas?

—A la crisis económica, que afecta a tantas y tantas familias, para que nos alejásemos de ella lo antes posible.

—¿Qué cartel de alternativa sueña?

—Me encantaría con Pablo Hermoso de Mendoza y Diego Ventura, mis ídolos. Sería un lujo compartir cartel.

—Después de recibir tantos mensajes de ánimo y ramos de rosas, llegó la hora de ponerlas a caballo...

—Ojalá disfrutemos de una gran tarde y corte las orejas. La gente que se ha preocupado por mí, que ha sido multitud, se lo merece. Iré a por todas.

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