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Espermatozoides de laboratorio

Científicos japoneses convierten células del testículo de ratones en esperma fértil

N. RAMÍREZ DE CASTRO

Para ser padre quizá en unos años no sea necesario contar con espermatozoides fértiles. Bastará con tener una muestra microscópica del testículo y una técnica sofisticada de cultivo permitirá madurar artificialmente en el laboratorio las células de ese tejido hasta convertirlas en esperma listo para fecundar. Eso es lo que ha logrado un equipo de investigadores japoneses, de momento solo con ratones. Los resultados, con prole incluida a partir de los nuevos espermatozoides, se publican en la revista «Nature».

El avance rompe una barrera hasta ahora infranqueable en mamíferos y abre nuevas posibilidades de tratamiento de la infertilidad masculina, tanto en varones adultos como en niños que puedan quedar estériles tras el tratamiento de un cáncer. Hoy las técnicas de congelación permiten congelar esperma a los varones diagnosticados con un tumor antes de empezar la quimio y la radioterapia, pero en los niños que aún no han alcanzado la pubertad no existe esa posibilidad. Si la nueva técnica presentada funciona en humanos cabría la posibilidad de hacer una biopsia del testículo y congelar el tejido antes de comenzar con el tratamiento oncológico y preservar así su fertilidad.

La producción de espermatozoides en mamíferos es un largo y complejo proceso difícil de reproducir fuera de la naturaleza. Se necesitan 50 días para que las células precursoras de espermatozoides (espermatogonias) se conviertan en esperma fértil en el interior de ese laboratorio natural que son los testículos.

Un equipo de la Universidad de Yokohama (Japón) ha desarrollado un método de cultivo que permite recrear en una placa de cultivo esas mismas condiciones. Las células espermatogonias se convirtieron en espermatocitos, después en espermátides hasta alcanzar el estado de espermatozoide. Todo el proceso se realizó en 42 días, casi el mismo tiempo que necesita la Naturaleza. Con un tratamiento de reproducción asistida después fecundaron a unas hembras que dieron lugar a ratones sanos y también fértiles porque lograron su propia descendencia.

Para demostrar que el procedimiento podría funcionar para preservar la fertilidad, los investigadores japoneses primero congelaron la muestra del testículo durante semanas y realizaron después todo este proceso.

«Póliza de seguros»

En un editorial que acompaña el artículo en «Nature», se aplaude el paso dado. Pero también se pide cautela y más investigación antes de dar el salto a pacientes. Se advierte que durante el cultivo pueden producirse errores genéticos que afecten a la descendencia, algo que no se vio en el experimento.

Juan Álvarez, andrólogo y director científico del Instituto Marqués, confía que se confirmen los resultados con tejido humano y la seguridad de su uso. En su opinión, la técnica podría funcionar como una «póliza de seguros» de fertilidad, ante el temor de que se produjera un daño en los testículos. Los niños con cáncer serían los principales beneficiarios y también los varones adultos con pérdida progresiva de espermatozoides.

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