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LIBROS

«Días de ira», la hora de Jorge Volpi

«Días de ira» es el título del nuevo libro del excritor mexicano Jorge Volpi, editado por Páginas de Espuma. En él se reúnen tres relatos, entre la novela y el cuento

ABC

ARTURO GARCÍA RAMOS

¿Es Jorge Volpi el escritor del porvenir? Hacia los años 70, Alejo Carpentier trazaba el retrato del novelista que debería interpretar la realidad americana en el nuevo siglo y le auguraba la obligación de saber responder a la transformación impuesta por la ciencia y la tecnología mirando cara a cara a sus ideas y novedades, aprendiéndolas para poder negarlas o defenderlas, previniéndonos de que nuestro futuro no fuese la pesadilla anticipada por Alfonso Reyes : «La teocracia de la tecnocracia». El futuro está ya aquí, y la profecía de Carpentier parece corroborada y encarnada en este novelista mexicano que ha escrito su obra enfrentándose sin complejos a las teorías más relevantes de nuestro tiempo urdidas por matemáticos como Gödel o físicos de la complejidad de Schrödinger o Heisenberg. Su curiosidad intelectual no tiene límites , ávido fagocitador de todo tipo de teorías, definiciones, métodos y fórmulas que, usándolas para sus propios fines literarios, son sometidas y doblegadas para que dejen su apariencia de frialdad racional expositiva transformándose en eficaces metáforas de la condición humana o novedosas estructuras narrativas.

Especie mutante

En sus manos la novela, que describe aprovechando las teorías de Darwin sobre la lucha por la supervivencia, es una especie mutante o, como él dice, un «sistema complejo adaptativo». En busca de Klingsor (1999) –una fábula sobre la carrera entre nazis y aliados por lograr la fórmula que alumbrase la invención de la bomba atómica en la Segunda Guerra Mundial–, El fin de la locura (2003) –sobre un psicoanalista mexicano que, tras vivir en París en 1968, tiene que poner en tratamiento a Fidel Castro– o No será la Tierra (2006) –una magna enciclopedia de los principales acontecimientos del siglo XX enhebrada a través de las vidas de una bióloga rusa, una economista estadounidense y una analista computacional húngara– permiten suponer que Volpi encara cada una de sus creaciones como si se tratase de una investigación que exige el manejo de ingentes cantidades de datos y una documentación a fondo. El resultado es una trama sólida que, a pesar de contar con un considerable sustrato teórico y erudito, se presenta como un hábil ensamblado narrativo que alcanza a «infectar» a quien se asoma a sus páginas y se extiende en proporciones pandémicas, gracias al poder contaminante de las obras de ficción que se instalan con autonomía en la imaginación de los lectores. Repasando sus novelas puede apreciarse la mutación de estrategias narrativas tanto como las réplicas que sacuden sus principales obsesiones: el amor, la locura, el mal, la violencia, la muerte. Entre todas ellas, es Días de ira un volumen revelador y emblemático . En él se incluyen tres novelas, ejemplares por su valor simbólico y por pertenecer a ese género de «media distancia», una mutación más de sus diabólicas habilidades narrativas.

Volpi encara cada una de sus creaciones como si se tratase de una investigación

En el primer relato, un Jorge (Volpi) escribe sobre otro (Cuesta) ; en realidad, sobre un poeta mexicano legendario que dividió su vida entre la poesía y la química, entre la inteligencia y el fervor, entre la locura y la lucidez. Como químico desarrolló una tesis sobre la producción de sustancias enzimáticas; como poeta escribió un poema titulado Canto a un dios mineral que terminó justo antes de ingresar en un manicomio . El protagonista de la historia imaginada por Volpi trata de encontrar los vínculos entre el químico y el poeta, como si en la tesis científica del poeta pudiera hallar las raíces de su poesía. Poco a poco concreta que la obsesión de Jorge Cuesta es alcanzar la perdurabilidad del goce, que el placer sea capaz de vencer el tiempo. El propósito de Jorge Volpi, la alquimia verbal que su obra representa, pudiera estar definido en esas palabras. El convulso final, que revela la identificación entre el protagonista y el escritor cuya vida investiga, permite leer la segunda historia como si se tratase de una continuación o una variación. Ahora la ficción está protagonizada doblemente por un médico: es protagonista de la historia que leemos y protagonista de la historia que él lee. Si los tres relatos sugieren lo sobrenatural, en este se rebasan los límites de la realidad para confundirla con la ficción.

Nuevo milenio

En el tercero, Volpi cambia de registro y nos introduce en una desopilante trama: una pareja de novios viaja a la isla de Patmos –en esa isla griega San Juan escribió el Apocalipsis – para celebrar la entrada en el nuevo milenio. La erudición es importante en los tres, un contrapunto a la ficción que pivota siempre en relación a una pareja de enamorados abocados a la separación final. La idea central del último cuento, El juego del Apocalipis , viene a completar la del primero: todo acaba pereciendo o destruyéndose; sin que nos demos cuenta, dice uno de los personajes, el mundo se acaba cada día.

Desde sus primeras ficciones, este escritor mexicano proyectó rebasar los límites del espacio y el tiempo, los de la ficción y la realidad, los de lo local y lo universal. Carpentier no pudo o no quiso vaticinar que el narrador del nuevo milenio transitaría por todo el universo mundo como lo haría por la calle Corrientes o la plaza de Tlatelolco.

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