Columnas

Columnas / AD LIBITUM

Con rumbo a Libia

La opinión pública europea demanda alguna acción que, cuando menos, alivie la conciencia colectiva

Día 09/03/2011

UNOS no quieren renunciar al protagonismo de la Historia y otros, los más, quieren hacer que hacen para justificar sus propias nóminas y gabelas; pero los grandes cataclismos tienden a resolverse mal desde los reglamentos establecidos. La Corte Penal Internacional, máximo organismo de la Justicia platónica, quiere emitir una orden de arresto contra el líder libio Muamar el Gadafi lo que, mal comparando, equivale a que un par de buenos padres dominicos, acreditados predicadores, preparen un sermón capaz de convencer a un tirano al que no le caben las muescas de sus víctimas en todas las culatas de todas las armas de sus arsenales. De hecho, se trata de ganar tiempo, o de salvar la cara, en espera de que las Naciones Unidas, su Consejo de Seguridad, le dan el visto bueno a algo que, por intereses y distancias, les afecta a muy pocos a algunos de sus miembros permanentes más poderosos, cualificados y excluyentes. Pero la opinión pública europea demanda alguna acción que, cuando menos, alivie la conciencia colectiva siempre más sensible ante la sangre derramada que frente a la que está por derramar.

Habría que preguntarle a Federico Trillo si los vientos dominantes vienen de levante o de poniente; pero, parece, el Grupo de Respuesta Rápida de la OTAN, el RNF, que hacía maniobras en aguas de Almería, ya navega hacia el epicentro actual de la inquietud mediterránea y que figura en él el L-51 Castillacon toda su dotación y millar y medio de infantes de Marina. El secretario general de la OTAN, Anders Fogh Rasmussen —interesante, fino y experimentado político danés—, se manifiesta, como es su obligación, reacio a cualquier intervención en Libia sin la previa autorización de la ONU, pero bueno es que, en asunto de tanta gravedad, estén tomadas todas las prevenciones.

José Luis Rodríguez Zapatero, que arrancó su mandato gubernamental sacando de mala manera las tropas españolas destinadas en Irak, puede terminarle, después de haberlas llevado a Afganistán, participando en una intervención en Libia. Conviene recordar a ese respecto que, según la vigente Ley de Defensa Nacional, no es preceptiva la autorización parlamentaria previa a una decisión de esta naturaleza, el factor sorpresa es prioritario; pero sí un consenso posterior. Por lo que se sabe, en el seno del Gobierno, fané y descangallado como en el tango, se enfrentan los criterios de las titulares de Exteriores y Defensa. No son dos potencias intelectuales, ni Metternich ni Clausewitz; pero eso es lo que hay porque así lo hemos querido los electores. El asunto, en cualquier caso, merece el respaldo de la ciudadanía al Ejecutivo.

Búsquedas relacionadas
  • Compartir
  • mas
  • Imprimir
publicidad

Copyright © ABC Periódico Electrónico S.L.U.