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Cae Zahi Hawass, el arqueólogo más poderoso del mundo

Dimite como ministro egipcio, incapaz de poner fin al expolio tras la revuelta

DANIEL IRIARTE

Hasta ahora, Zahi Hawass era el arqueólogo más poderoso del mundo. Su condición de secretario general del Consejo Superior de Antigüedades y su presencia constante en los documentales del Discovery Channel —inconfundible su silueta, tocado con un sombrero fedora, como el de Indiana Jones— le aseguraban la máxima influencia en el ámbito de la egiptología. Tanto, que el ex presidente Hosni Mubarak, pocos días antes de caer, le ascendió de viceministro de Cultura a ministro de Antigüedades. Pero el terremoto político que sacude Egipto ha podido incluso con Hawass, que ayer anunció su dimisión. «No aceptaré continuar en el puesto aunque me pregunte el gobierno», según declaró al diario «The New York Times». «Es la decisión correcta», afirma. El motivo, dice, es su impotencia para impedir el expolio del patrimonio egipcio.

Hawass publicó ayer en su página web una lista de lugares y objetos saqueados desde el inicio de la revolución egipcia, y son muchos más de los que se pensaba en un principio. Además de la ya conocida incursión en el Museo de El Cairo, varios almacenes de antigüedades han sido asaltados en Saqqara, Abushir, Dahshur, Giza, Tell el-Basta y Wadi el-Feiran, así como sitios faraónicos en Saqqara, Asuán, Giza y Nekhen, entre otros.

«Los guardias de antigüedades y las fuerzas de seguridad en los sitios arqueológicos están desarmados, lo que les convierte en objetivos fáciles para saqueadores armados, y se ven forzados a plegarse a las demandas de los criminales. La Policía egipcia no tiene la capacidad de proteger cada yacimiento, monumento y museo en el país», asegura.

El arqueólogo se ha ganado una merecida reputación internacional por su batalla —a menudo exitosa— para conseguir que los objetos faraónicos expoliados durante la época colonial regresen a Egipto. Al mismo tiempo, se le acusa de megalómano, de soberbio, de acaparador: desde su cargo, se aseguraba de ser en cada ocasión el primero en anunciar cada hallazgo, cada avance en excavaciones propias o ajenas en territorio egipcio. La publicidad, toda, siempre, para él, hasta el punto de sabotear aquellos proyectos en los que no se le permitiese mantener el control.

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