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Fetichismo «made in New York»

Marc Jacobs y Carolina Herrera juegan con los materiales menos pensados: poliéster, polipiel y telas lacadas

ANA UREÑA

En una industria donde cada día es más difícil el distinguir lo «malo» de lo «bueno» y lo «barato» de lo «caro», o la imitación del original, Marc Jacobs ha tenido la gran idea de confundirnos aun más a todos. Su colección de otoño invierno 2011-2012, que presentó ayer durante la semana de la moda neoyorquina, contaba tanto con materiales nobles (satenes, encajes de seda) como con no tan nobles (vinilos, plásticos). Su mix entre poliéster y cachemire le podría crear un trauma a cualquier sibarita. Y es que si su colección fuera persona sin duda sufriría de un trastorno bipolar.

Especialmente inquietante: la chaqueta de polipiel imitando cocodrilo con cuello en piel de zorro. ¿Para rematar la faena? Un decorado que hacía alusión a un «boudoir» francés —con efecto capitoné incluido— y como banda sonora: «The beautiful people», de la mítica Marylin Manson.

Trompe-l' oeil textil

A lo mejor el diseñador pretendía enseñarnos que las cosas no son siempre lo que parecen y que para entender las calidades de las prendas hay que acercarse mucho o incluso tocarlas. Es como un juego «trompe-l’oeil» llevado a la costura. Por supuesto todo lo salva gracias a las siluetas impecables y los patrones bien trabajados.

¿Cuáles son las prendas que propone para el próximo año? Faldas tubo por la rodilla, chaquetas cortas, siluetas ultraajustadas años 40 con acabados futuristas y como accesorio «must have»: los botines toscos. ¿Y el «leiv motif» del desfile? Lo topos, ya sean en su versión estampada como elaborados con lentejuelas. Daría cualquier cosa por saber qué comentaban la «Gossip Girl» Leighton Meester y Fergie de los Black Eyed Peas, sentadas en primera fila, sobre el tema vinilo/látex y el pelo recogido en coletas altas ultratirantes que dolía con tan solo mirarlo.

Look dominatrix

Insistimos en esta tendencia porque el toque dominatrix-encubierta-chicha trascendido hasta en la colección de la siempre «chiquísima» Carolina Herrera. Como lo oyen. Por primera vez en mucho tiempo sus vestidos de noche (número uno en ventas de la Fifth Avenue) tenían acabados lacados y texturizados. Eso sí, los materiales en casa Herrera son todos de primera calidad… cachemires, sedas, satenes y lentejuelas cosidas a mano. Y lo mejor: la silueta dejaba más sitio para moverse y no oprimía la figura tanto como la del señor Jacobs. No por nada la misma diseñadora explicaba que eran prendas para mujeres reales. Las señoras del Upper East Side pueden respirar tranquilas.

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