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la garita de herbeira

Cervantina

Lo más importante para el lector cosmopolita es tratar de comprender el esquivo pensamiento cervantino

alfonso de la vega

DON Quijote ya nos advertía que «hay algunos que se cansan de saber y averiguar cosas que después de sabidas y averiguadas no importan un ardite al entendimiento ni a la memoria». Aunque no haría mucha gracia a los galleguistas orzamentarios que tan gran orfebre del español fuera no ya un malvado madrileño, sino un gallego renegado, una de esas cosas acaso sea su lugar de nacimiento, salvo por la honrilla de ser cuna de uno de los más grandes artistas e intelectuales de España y de la humanidad.

Desde que el hispanista inglés Lord Carteret quisiera rescatar de un cierto interesado olvido la obra y la figura de Cervantes y encargara a Mayans su primera biografía (en 1737), han sido varias las ciudades o villas que se han disputado el honor: Madrid como cree Mayans, Sevilla, Toledo, Córdoba, Lucena, Esquivias, Consuegra, Alcalá de Henares o Alcázar de San Juan. La última, por cierto, candidata de un erudito gallego, el doctor Riguera Montero, quien aporta facsímil del supuesto acta bautismal a nombre de un Miguel, hijo de Blas Cervantes Saavedra y Catalina López, pero de 9 de noviembre de 1558. Riguera insiste en la oriundez gallega de Cervantes vinculándola a Lugo. La hipótesis sevillana viene avalada por la Enciclopedia que sigue a Nicolás Antonio. Y ahora, si atendemos a la investigación de don César Brandáriz de la que se viene haciendo eco ABC, habría que añadir otra: Sanabria, hoy en la provincia de Zamora, pero con remotas poblaciones bilingües como Porto o Barjacoba a las que se accede desde Orense. Otra de las aportaciones de Brandáriz es la novedosa ubicación de la Isla Barataria, lejos del río Ebro donde se desarrolla la aventura del barco encantado (en Alcalá de Ebro, como hasta ahora se creía), sino en Benavente.

No me convence la hipótesis de Brandáriz. En El Quijote muchas cosas no son así por casualidad, sino que responden a mensajes ocultos propios de la criptografía esotérica de la época. Posee un alto contenido simbólico, por ejemplo, que Don Quijote renueve sus votos por Dulcinea cuando es vencido y que tal hecho se produzca en la ubicación más oriental de sus aventuras, en la playa de Barcelona. Por otra parte, la experiencia y polémica del buscapié de Adolfo de Castro invita a precaverse acerca de la fiabilidad de ciertos manuscritos supuestamente cervantinos. Lo más importante para el lector cosmopolita de hoy es tratar de comprender el esquivo pensamiento cervantino, para lo que puede ayudar más que su lugar natal, su lugar en el universo de las ideas. La relación de su obra con la cábala sefardita, los movimientos neoplatónicos o rosacrucianos; sus relaciones e incluso filiación con la Tradición iniciática. O bien, ¿qué se esconde tras la supuesta autoría de Cid Hamete Benengeli? Pero eso merece relación aparte.

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