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Nazarenas por decreto

La Iglesia impone la igualdad de sexos en la Semana Santa de Sevilla. El peso de la ley se enfrenta al de la tradición

NIEVES SANZ

LUIS DE VEGA

Algo habrá cambiado tras el negro ruán de las túnicas de la Hermandad del Silencio, fundada en 1340, cuando haga estación de penitencia en la próxima madrugada del Viernes Santo en Sevilla. Por primera vez en la época moderna las mujeres formarán parte del cortejo. El arzobispo Juan José Asenjo ha impuesto por decreto el pasado miércoles la igualdad entre hombres y mujeres en las procesiones de la archidiócesis. De las 60 cofradías que se ponen en la calle en la Semana Santa de la capital, solo El Silencio, la Quinta Angustia y el Santo Entierro seguían impidiendo la participación de las mujeres.

«Ha costado trabajo. Tenía que llegar y ha llegado», afirma Aurora Fernández, activa hermana desde hace 36 años de El Silencio. Ella será una de las que se ponga por vez primera la túnica, pero quiere restarle importancia a pesar de la polvareda que se ha levantado en el ágora cofrade de la ciudad. «Se le está dando demasiado bombo», añade. Manuel Losada, el hermano mayor de la Quinta Angustia, zanja con firmeza: «Acatamos el decreto y punto». Prácticamente todas las fuentes consultadas entienden que sin la imposición del arzobispo no habría nazarenas en esta hermandad que sale el Jueves Santo.

Sin discriminación

Asenjo determina «la plena igualdad de derechos (...) sin que sea posible discriminación alguna por razón del sexo, incluida la participación en la Estación de Penitencia». De esta manera eleva a decreto la recomendación hecha hace una década por su antecesor, Carlos Amigo, y que algunas hermandades no atendieron. «Desde ahora hombres y mujeres son técnicamente iguales al cien por cien», observa el abogado y costalero Antonio Rubio. «Otra cosa es ver si esta igualdad va a ser viable», opina refiriéndose al tremendo peso de la tradición, que puede lastrar la normal aplicación del decreto.

Fue en 1987 cuando la Hermandad de la Vera Cruz abrió la brecha al liberar el candado que impedía la participación femenina en la estación de penitencia. En estos 24 años las nazarenas, como fruta madura que iba cayendo por su propio peso, se han ido incorporando a la Semana Santa. Lo hacen ya incluso en la tradicionalísima Hermandad del Gran Poder, que lo permitió por primera vez en 2010.

«Emprendimos un camino que no se podía parar y que se cierra con este decreto», reconoce Francisco Berjano, actual hermano mayor de la Vera Cruz. «Es difícil concebir una hermandad en la que las mujeres no puedan participar en un acto tan importante como la estación de penitencia». «No hay explicación racional y lógica para apartarlas de actos en los que participan hombres», añade Berjano que, además, es juez.

Las mujeres tienen una intensa vida en las hermandades de Sevilla y no siempre han tenido en el pasado cerradas las puertas a su participación en la estación de penitencia. Algunas permitieron incluso su incorporación al cuerpo de nazarenos hasta el siglo XIX, recuerda Berjano. Incluso las hay que han procesionado de forma anónima con su hermandad amparándose en el anonimato que ofrece el antifaz durante los años en los que no estaba permitido.

Sin costaleras

Pero el debate, por más que se hable en la mayoría de los casos de nazarenas, va más allá. ¿Qué ocurre con las mujeres que quieran ser costaleras? ¿Y las que quieran, por ejemplo, engrosar la nómina de la centuria romana de la conocida Hermandad de la Macarena? El decreto de Asenjo deroga todas las reglas que lo contradigan. A pesar de todo, al contrario de las mujeres con túnica, casi nadie ve a corto plazo a una mujer bajo los pasos o vestida de romano en la «Madrugá» del Viernes Santo. A diferencia de otras capitales andaluzas, en Sevilla no hay ni una mujer que forme parte de una cuadrilla de costaleros en Semana Santa.

«Hay tradiciones que no deben perderse», opina un miembro de la centuria para defender la exclusividad de los hombres en este grupo pero que sí votó sin embargo a favor de que las mujeres salieran de nazarenas. «Puede haber lío», pronostica Pedro Avendaño, costalero, entre otros pasos, del Cristo de la Exaltación. A la sombra del decreto, «muchas van a querer subirse a este barco». «Lo que no vería de ninguna manera son las cuadrillas mixtas», añade.

«Habrá mujeres con mucha fuerza, no lo dudo, pero una cosa es tener derecho y otra tener aptitud», recalca Francisco Berjano, el hermano mayor de la Vera Cruz, tratando de no enfangarse en la ciénaga del machismo. Ser costalero —y él también lo es— lleva «un gran componente técnico y físico», añade. En cualquier caso, como muchos recuerdan, el entrar a formar parte de una cuadrilla acaba siendo casi siempre decisión última del capataz, que es quien, como si de los jugadores titulares de un equipo de fútbol se tratara, escoge a las personas que irán debajo del paso.

«Nos ven como bichos raros», dice María Dolores Flores, de 31 años, que para salir de costalera se tiene que ir fuera de la provincia de Sevilla. Fue en enero de 2007 cuando Flores y otras amigas aficionadas al costal hicieron historia formando parte de la cuadrilla mixta que sacó en procesión de gloria, de manera excepcional, el paso del Niño Jesús de Praga.

El experimento no cuajó, al igual que otros intentos de mantener en el tiempo cuadrillas femeninas. «Ni a corto ni a largo plazo habrá igualdad. Sevilla, incluidas sus mujeres, no va a permitir que haya costaleras», piensa esta cofrade consciente de que «somos una minoría».

Antonio Rubio lo tiene sin embargo claro a raíz del decreto. «Como Asenjo se lo proponga, las mujeres acaban debajo de los pasos». «Todo esto es un paso adelante. Lo que me parece mal es que este afán por la igualdad no nos vaya a llevar a ver a mujeres sacerdotes», concluye este abogado y costalero.

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