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Puño de hierro en guante de seda

España, con su nivel de endeudamiento exterior y su tasa de paro, no tiene mucho margen para escapar a las directrices de Alemania

LA canciller alemana, Angela Merkel, llegó, vio y cumplió el guión previsto para su visita a España. Alabó las reformas aprobadas hasta el momento —no es para menos, porque están alentadas por su Gobierno— y expresó su confianza en el futuro de nuestro país. «España ha hecho sus deberes», sentenció Merkel con una fórmula que es la más adecuada a las relaciones de tutela que mantiene la Unión Europea con el Gobierno socialista de Rodríguez Zapatero desde el 12 de mayo de 2010. Ahora bien, Merkel dejó anotadas nuevas tareas que demuestran que, tras los elogios rituales y previsibles al Gobierno español, Alemania y Francia han decidido marcar el paso de la nueva Unión Europea. Porque de esto se trata, en realidad, para los Gobiernos de París y Berlín: reconfigurar la estructura financiera de la Unión Europea para que la superación de esta crisis sea un punto de partida de una etapa en la que se eviten recaídas. Por eso, Merkel llegó con un mensaje punzante para el Gobierno y los sindicatos: los incrementos de salarios deben vincularse a la productividad y no a la inflación.

La reacción sindical ha sido oponerse a esta nueva idea, pero el poder político y económico que se ha concentrado en Alemania no va a permitir grandes disidencias. Además, Francia secunda a su socio alemán, y ambos quieren un nuevo plan europeo, basado en esa política salarial asociada a la productividad, la armonización de políticas fiscales y la prohibición de llegar a determinados niveles de déficits. Merkel comprobó en Madrid que Zapatero había empezado a hacerle caso en el aumento de la edad de jubilación y en la reforma de las cajas de ahorro, que tanto interesa al sistema financiero alemán. Ahora llega una segunda fase de reformas, tanto o más drásticas que las tomadas hasta el momento. Y España, con su nivel de endeudamiento exterior y su tasa de paro de más del 20 por ciento, no tiene mucho margen para escapar a las directrices de las principales economías europeas. El alarde de propaganda oficial sobre el acuerdo de las pensiones y el respaldo de Merkel a las reformas tienen una eficacia efímera ante la perseverancia de los problemas sociales provocados por el paro, la falta de crédito y la morosidad. Este es el ámbito de la crisis en el que se deben notar cuanto antes los resultados de todas estas reformas. Pero el brutal ascenso del desempleo en enero resume la ineficacia de la política económica del Gobierno.

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