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PORTADA

Una cartografía incompleta

Un estudio rastrea las prácticas artísticas desarrolladas en el medio urbano, rural y natural de la Comunidad de Castilla y León

JUAN ALBARRÁN

El estudio sobre arte público en el que trabajamos desde hace unos meses por iniciativa de Artisas Visuales Asociados de Castilla y León (AVACyL) pretende ser una cartografía necesariamente incompleta —abierta a la participación de cualquiera que quiera aportar información a esta suerte de «work in progress»— de las iniciativas artísticas inscritas en el medio urbano, rural y natural que han tenido lugar durante las últimas décadas en Castilla y León. A buen seguro, muchos lectores pensarán que en este territorio tan amplio y desestructurado han existido pocas experiencias de este tipo, o que el arte público es un fenómeno eminentemente urbano que no puede haber alcanzado demasiado desarrollo en una comunidad poco poblada y rural. Sin embargo, en una primera aproximación —la que los recursos, tiempos y circunstancias nos han permitido realizar— el trabajo de campo arroja resultados bien distintos. Nos hemos encontrado con proyectos de perfiles muy dispares que nos muestran distintos modelos alternativos de gestión de recursos e implantación en el territorio. Modelos que responden a objetivos absolutamente dispares y que, sin embargo, constatan la existencia de un tejido artístico activo y comprometido cuyas necesidades deben ser atendidas. Nos detenemos a continuación en algunas de estas experiencias.

Una de las iniciativas que demuestra una mayor consciencia con respecto a los problemas de nuestro territorio es, sin duda, el «Parque fluvial de cultura y ecología» de Huerta (Salamanca), creado a finales de los noventa por Bodo Rau y Carmen Lidón Beltrán desde la plataforma Transkultur. Con el apoyo económico de la Unión Europea y otras administraciones locales, la idea inicial —un parque de esculturas junto al río Tormes— evoluciona hacia un proyecto más ambicioso en el que el arte y la cultura se convierten en motores del desarrollo sostenible de un entorno rural depauperado. Una gestión respetuosa y racional consiguió involucrar a una comunidad local muy sensibilizada que contribuyó a la recuperación de sus entornos paisajísticos. Además de intervenciones en el territorio, el parque auspició una intensa actividad de residencias de artistas nacionales e internacionales y seminarios que dinamizaron visiblemente la vida de la zona.

Una iniciativa radicalmente diferente pero igualmente interesante de imbricación de lo artístico en el medio rural es OMA, colectivo de artistas que desde 1994 celebran encuentros anuales en Herguijuela de la Sierra (Salamanca). Los trabajos más o menos efímeros de sus miembros, coordinados por Juanvi Sánchez, nacen de la convivencia en el entorno rural y se materializan bien en un collado convertido en una especie de museo al aire libre, bien en las calles y casas de Herguijuela. Los objetivos de este colectivo así como sus modos de operar en el territorio parecen alejados de los de Transkultur y, sin embargo, con el tiempo, parte de su actividad ha desembocado en proyectos de intervención en el paisaje —El camino del agua y El camino de las raíces, que discurren entre distintas localidades del sur de la provincia— que, financiados por la Diputación de Salamanca, reactivan la economía de la sierra y recuperando algunos de sus parajes.

Espacios y paisajes

Otros proyectos han tratado de integrar las prácticas artísticas contemporáneas en el medio rural a partir de la consolidación de pequeños centros de exposición y trabajo. Es el caso de La Fábrica (Abarca de Campos, Palencia) y El Apeadero (Bercianos del Real Camino, León), ambos tristemente desaparecidos. El primero echa a andar en 1994 bajo el auspicio del galerista vallisoletano Evelio Gayubo que había adquirido en 1988 una antigua fábrica de harinas para convertirla en centro de exposiciones y residencia de artistas. El Apeadero nace en 1998 bajo el impulso de Carlos de la Varga —al frente entonces de la galería Tráfico de Arte— y Javier Hernando —catedrático de Historia del Arte— en un apeadero alquilado a Renfe, convenientemente reformado y constituido en centro de operaciones de Land Art. Da la impresión de que, por desgracia, estas experiencias sólo pueden mantenerse en el tiempo cuando los recursos materiales que requieren son muy pequeños, siendo difícil su continuidad cuando las administraciones deciden no involucrarse en estos proyectos, desatendiendo la imperiosa necesidad de una gestión más horizontal y descentralizada de los recursos culturales.

En esos mismos años, fue fundamental la actividad de Javier Hernando coordinando de actividades en el espacio público. Iniciativas como el Hall Transformado —intervenciones en el vestíbulo de la Facultad de Filosofía y Letras de León, desde 1995 a 2008— y el Espacio Inventado —instalaciones y performances en la plaza leonesa de Torres de Omaña, entre 1997 y 2005—. En León, Salamanca, Burgos o Valladolid tuvo lugar durante los noventa una interesante actividad artística autogestionada por asociaciones como La Voz de mi Madre o Espacio Tangente y volcada en la exploración de los problemas culturales y urbanísticos de estas ciudades. La Voz de mi Madre tiene su origen en Valladolid en 1989 aunque su historia posterior aparece vinculada a la Facultad de Bellas Artes de Salamanca, donde se forman la mayor parte de artistas y colectivos que la integran —Carlos TMori, Jesús Portal, Félix Orcajo, Daniel Galán, etc.—. Durante algún tiempo, la asociación contó con un espacio cedido por la Asociación de Vecinos de Salamanca, aunque muchos de sus miembros centraban su trabajo en acciones que tenían como objetivo resignificar el espacio público. Espacio Tangente aparece en Burgos en 2001 y a día de hoy continúa siendo una referencia a nivel nacional como un espacio asambleario dedicado a la producción y difusión de la cultura del que han nacido iniciativas tan importantes como el Foro Arte y Territorio que, a su vez, ha generado otros proyectos como el Taller Libre de Paisaje o AVACyL.

Existen otras muchas experiencias en las que no nos podemos detener ahora —Nuevos territorios para la creatividad, el Festival PAN, El Museo-Mausoleo de Morille, Espacio Rinocero, el colectivo hoy bien estudiado A UA CRAG, etcétera— que esperamos puedan pasar a formar parte de esta incompleta pero necesaria cartografía que sólo podrá ir completándose con la ayuda de la comunidad artística de nuestra escena invertebrada.

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