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TÚNEZ (1984)

De la «revuelta del pan» a la «rebelión del jazmín»

La última insurrección en Túnez se produjo contra Burguiba, en 1984, por la subida del precio de los alimentos. Causó más de 60 muertos… pero no el derrocamiento del presidente

De la «revuelta del pan» a la «rebelión del jazmín» AP

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«Una veintena de muertos. Edificios públicos entregados al pillaje. Grandes almacenes saqueados. Barricadas en ciudades en estado de sitio. Desbordada la Policía y la Guardia Nacional, irrupción del Ejército para frenar la ira de los manifestantes rechazados a tiros». Este escenario bien podría ser el vivido en Túnez hace unos días, antes de la huida del presidente Ben Alí a Arabia Saudita, pero describe la última gran rebelión popular acaecida en el país norteafricano en 1984 : la conocida como la «revuelta del pan» .

Aquella no acabó con el régimen de Habib Burguiba , el primer presidente de la república tunecina tras la independencia de Francia en 1957. Él resistió en el poder tres años más, antes de que Ben Alí le derrocara mediante un golpe de Estado , tal y como anunciaba el titular de ABC del 8 de noviembre de 1987: « El delfín de Burguiba no espero a la muerte del “viejo león” tunecino ».

Ben Alí, en 1987: «Hay que terminar con la anarquía y con los abusos de poder»

Sin embargo, muchas son las similitudes que encontramos entre estos dos últimos periodos convulsos de la historia reciente de Túnez. En primer lugar, la avanzada edad de ambos mandatarios y el largo periodo de tiempo que llevaban en el poder: mientras Burguiba sumaba 27 años cuando se produjo la «revuelta del pan», Alí –que curiosamente había prometido que sólo permanecería dos mandatos en el poder tras el golpe– acumulaba ya 24 años antes de la reciente «rebelión del jazmín» . «El país necesita una vida política ordenada, basada en el pluralismo partidista y en organizaciones populares. Hay que terminar con la anarquía y con los abusos de poder», fue paradójicamente su primera declaración de intenciones en 1987.

Cuando las cosas se pusieron feas, los dos presidentes, además, no dudaron en hacer uso de la violencia para aplacar unas revueltas que amenazaban su poder. En 1984, los enfrentamientos con la Policía y el Ejército, causados por el anuncio de fuertes subidas del precio del pan (casi al doble), la pasta y la sémola, acabaron con la vida a 60 civiles y provocaron centenares de heridos . La prensa europea hablaba entonces de «un clima de tensión muy dura, con el Ejército en la calle frenando a manifestantes, mayoritariamente adolescentes». Hoy, en un clima de violencia similar, los muertos en Túnez ya han alcanzado los 78 .

«Crisis de la falta de expectativas»

Los últimos disturbios, sin embargo, no han estado causados sólo por cuestiones económicas. Como ha declarado a ABC el investigador principal para el Mediterráneo y el Mundo Árabe del Real Instituto Elcano, Haizam Amirah Fernández , esta vez, «más que la revuelta del pan o de la carestía deberíamos hablar de la “Crisis de la falta de expectativas”». En efecto, al precio de la subida de los alimentos –causa importante en ambas insurrecciones–, se suma en esta ocasión la voraz corrupción y las ansias de libertad de un pueblo bien instruido y con ganas de disfrutar de las cotas de Democracia que Alí prometió en 1987.

ABC 

Quizá por ello al recién derrocado presidente no le hayan valido las medidas de urgencia anunciadas a última hora, ni sus declaraciones de confraternización: «Me han engañado. No soy el Sol que brilla sobre todas las cosas… Entiendo las demandas de los tunecinos». Su mandato llegaba a su fin, muy al contrario de lo que le ocurrió a Burguiba en 1984, a quien le bastaron cinco minutos de intervención en la televisión pública, anunciando la revocación de la subida del pan y asegurando «estar siempre a la escucha del pueblo», para que las calles se llenaran de gente aclamando al presidente y confraternizando con los soldados.

La «revuelta del pan» y la «rebelión del jazmín» . Los dos últimos periodos convulsos de la historia de Túnez, con victorias diferentes. ¿La última? Arrebatar el poder que el joven «delfín» usurpó a «viejo león» hace 23 años… para alcanzar la Democracia prometida.

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