Hazte premium Hazte premium

El presidente del Parlamento de Túnez, nuevo presidente en funciones tras la fuga de Ben Alí

Las nuevas elecciones, abiertas y democráticas, deberán celebrarse antes de dos meses

efe

Francisco de Andrés. Enviado especial

Túnez se sumergió ayer por momentos en el caos y el desconcierto un día después de la huida del país del dictador Ben Alí, en medio de noticias de pillaje y choques esporádicos entre alborotadores y las fuerzas de seguridad.

El Consejo Constitucional anunció que el poder presidencial interino deja de estar en manos del primer ministro, Ganuchi —lo disfrutó menos de 24 horas— para pasar al presidente del Parlamento, Fued Mebaza. La aplicación del artículo 56 de la Constitución cierra las puertas a un retorno de Ben Alí, que ha encontrado refugio en Arabia Saudí. Asimismo, el Consejo estableció que deberán convocarse elecciones para dentro de dos meses, como máximo, tanto presidenciales como legislativas. Mebaza ha encargado a Ganuchi —que no deja de ser un representante del antiguo régimen— la formación de un nuevo gobierno de transición «que integre a todos los tunecinos sin excepción».

La noticia de la caída del dictador y la rapidez con que se pone en marcha la transición democrática no produjo, ni mucho menos, el sortilegio de la paz social, después de cuatro semanas de revueltas. Túnez amaneció ayer después de una noche de cuantiosos incidentes de pillaje y saqueos en la capital y en otras ciudades.

La desinformación impedía ver entre la bruma. Fuentes oficiales achacaban los incidentes a «grupos que buscan sembrar el caos en el país», mientras que fuentes otrora opositoras acusaban a las mismas fuerzas policiales de estar detrás de muchos de ellos.

En la capital las calles se encontraban ayer saturadas de restos de batallas campales con la policía: mobiliario urbano destrozado, tiendas saqueadas y coches abandonados. La jornada fue tensa, con todo el país paralizado y sometido aún al estado de emergencia y al toque de queda, que ya corre desde las cinco de la tarde hasta las seis de la mañana.

En un gesto hacia la comunidad extranjera, se anunció la reapertura de los aeropuertos, pero el tráfico rodado era mínimo y la mayor parte de los turistas prefirió mantenerse acantonada en los hoteles. Al caer la tarde, y con el comienzo del toque de queda, disparos esporádicos de balas de gases lacrimógenos se solapaban con la salmodia de los alminares de la capital.

Muchas calles del centro estaban acordonadas por las fuerzas de seguridad, que transportaban a los camiones a sospechosos de incidentes después de ser profusamente caneados. La situación mantenía en estado de «shock» a la pacífica ciudadanía tunecina, que aún no sabe si alegrarse por la caída tan súbita e inesperada de la dictadura, o lamentarse por el panorama de lo que contempla y calcular qué precio extra tendrá sobre su ya maltrecha economía.

Retorno del exilio

En el frente político la efervescencia se adueñaba de los ocho partidos legales de la oposición, que fueron convocados por el «premier» Ganuchi para negociar un gobierno provisional de «salvación nacional». En la sede de los partidos —que a diferencia del sindicato tunecino, la CGTT, no han sido clausurados por razones obvias por la policía— se lanzaban condiciones —libertad de prensa, libertad de presos políticos—, aunque tras los bastidores la lucha por el reparto de carteras será encarnizada.

Se da por seguro el pronto retorno de los líderes de la oposición en el exilio en Francia y Canadá. El problema al que se enfrentan todos lo resumía ayer el abogado Halim Medded, de la directiva del PDP, principal partido de la oposición. «Durante 23 años los rostros de la oposición han permanecido anónimos por la censura de los medios; darlos a conocer al electorado no va a ser fácil y llevará tiempo».

El nuevo gobierno provisional podría contar con algún miembro del partido islamista moderado tunecino, a tenor de las promesas de «máxima representatividad» de Mebaza. Esta posibilidad será uno de los puntos calientes de las discusiones políticas, aunque Túnez no sufre —a diferencia del resto del mundo árabe— ningún problema de islamismo radical, hoy por hoy. Su sociedad es una de las más abiertas y tolerantes de la región, y los avances logrados en derechos de la mujer parecen blindarla frente al extremismo musulmán.

Después de permanecer pasiva durante la revuelta, Francia, la antigua metrópoli, dio ayer indicios de pleno apoyo a la nueva situación. El Elíseo anunció que los familiares del dictador que se encuentran en Francia «no son bienvenidos, y parecen dispuestos a marcharse». Los parientes de Ben Alí fueron descubiertos en Eurodisney.

Esta funcionalidad es sólo para suscriptores

Suscribete
Comentarios
0
Comparte esta noticia por correo electrónico

*Campos obligatorios

Algunos campos contienen errores

Tu mensaje se ha enviado con éxito

Reporta un error en esta noticia

*Campos obligatorios

Algunos campos contienen errores

Tu mensaje se ha enviado con éxito

Muchas gracias por tu participación