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De mal en peor

Los mercados quieren hechos, y hechos son precisamente los que no acaban de llegar de España

Día 09/01/2011
El balón de oxígeno chino le ha durado al Gobierno exactamente 24 horas. Bastó que Portugal se tambalease para que las dudas se trasladasen a España, cuya prima de riesgo volvió a alcanzar los 260 puntos. ¿A cuánto va a ponerse cuando tengamos que lanzar los nuevos títulos de deuda las próximas semanas? ¿Cuál va a ser nuestro próximo «salvador»? ¿Corea del Sur? ¿Los ayuntamientos, con ese «plan de empleo» que nos anuncian, copia de aquel que arregló las aceras y se quedó en otro «brote verde»? Son capaces, pese a estar archidemostrado el dicho norteamericano «puedes engañar a uno una vez, pero no a todos siempre». Y a los mercados, nunca. Los mercados no se contentan con «fotos», que es lo único que interesa a nuestro presidente y, al parecer, lo único que domina. Los mercados quieren hechos, y hechos son precisamente los que no acaban de llegar de España. Al revés, lo que de ahí llega son contra-hechos, contradicciones. Ahí tienen a un Gobierno tratando de posponer la jubilación a los 67 años al tiempo que se ve obligado a jubilar anticipadamente a miles de empleados de las Cajas de Ahorro para que puedan consolidarse Pues si no los jubila, no habrá consolidación sino liquidación de las mismas, tras el desastroso manejo que los políticos han hecho de ellas. Es así como se está haciendo el ajuste que nos piden nuestros socios: desnudando a un santo para vestir a otro. Con lo que, a la postre, todos pueden quedar desnudos. Perdón, podemos, pues del ajuste no nos libra nadie.
Mientras Felipe González clama: «las malditas reformas necesarias se deberían de haber hecho hace diez años» ¿Por qué no hace quince? Pues porque él gobernaba, y no las hizo. Así da gusto. El marrón, que se lo coman otros. Que es lo que está haciendo Zapatero, pidiendo ayuda a todos, incluido al nefasto PP, para salir del pozo en que nos ha metido. Presentándose, además, como un héroe, como un mártir. Pero en España no sólo todo es posible, sino que da lo mismo, como demuestra que el ex presidente también haya dicho que igual le da que gane la derecha o la izquierda, lo que le quita el sueño es que «no sepan qué hacer con España». Los españoles lo sabemos perfectamente porque lo estamos viendo y sufriendo: la están deshaciendo. ¿Cómo no va a saberlo Felipe González? ¿Por qué no lo dice claro y en voz alta? ¿Por qué se limita a insinuarlo, al advertir que si depende de Zapatero el no presentarse a la reelección, el presentarse depende del partido? ¿Se atrevería él a encabezar una delegación del PSOE para pedir a Zapatero que dimita o anuncie que no se presentará, como hizo Goldwater tras el Watergate, para exigir a Nixon que abandonase la presidencia para evitar mayores daños a la nación?
Me temo que no. Aquí todos somos expertos en sacudirnos las responsabilidades y en tirar la piedra y esconder la mano.
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