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«Prevenir es más saludable y también más económico»

El doctor advierte de que la enfermedad coronaria, provocada por factores como fumar, ocupa casi el 80% de los ingresos en el Servicio de Cardiología

J. P.

Amador López Granados

Cardiólogo del Hospital Reina Sofía

—¿Cuántos pacientes trata al mes con afecciones derivadas del tabaco?

—El número exacto quizá no nos diga nada porque el motivo de consulta al cardiólogo depende mucho de la estación del año. Quizá sea más importante saber que, en muy pocos años, el espectro de paciente que ingresaba en los servicios de cardiología se ha modificado de manera radical. Hace veinte años, el 50% de los pacientes ingresaba por patología en las válvulas cardíacas de origen reumático. Gracias a la prevención de la fiebre reumática estas enfermedades están prácticamente desapareciendo. Su lugar ha sido ocupado por la enfermedad coronaria, que copa casi el 80% de los ingresos. Esto ha sido causado, por el aumento en la esperanza de vida pero, sobre todo, por la exposición a los factores de riesgo cardiovascular, como el tabaco. El factor edad no lo podemos modificar pero los otros sí y esa es nuestra misión. Si somos tan efectivos como se fue con la fiebre reumática quizá consigamos retrasar la aparición de la enfermedad coronaria hasta edades en las que tenga menos repercusión personal, familiar y laboral.

—¿Por qué cree que está tan asumido por la sociedad que fumar mata y aún así se sigue fumando e incluso hay nuevos consumidores?

—Estoy de acuerdo en que la sociedad ha asumido que fumar mata pero sólo como colectivo. Individualmente el asunto es diferente. No he sido fumador y nunca conoceré el enorme esfuerzo que puede significar dejar de fumar. Si sé que puede ser tremendamente difícil ya que, todos los médicos tenemos pacientes en nuestras consultas, que aún conociéndose enfermos graves por patologías directamente en relación con su hábito de fumar y con alto riesgo de morir, siguen fumando. El tabaco es una droga «dura» que crea una dependencia demasiado fuerte

—¿Es consciente la sociedad del coste que provoca a la sanidad pública tratar enfermedades del tabaco?

—Pienso que aún no lo suficiente. Estoy de acuerdo con la idea de hacer saber a la población lo caro que es el tratamiento de las enfermedades cardiovasculares. Cuanto más retrasemos la aparición de éstas, mejor. Prevenir, además de ser más saludable, es más económico.

—¿Cuánto tiempo es necesario que una persona fume para que pueda afectarle a su sistema cardiovascular?

—La enfermedad crónica arteriosclerótica generalmente tarda años en desarrollarse y otros más en dar síntomas, pero existe una proporción no despreciable de pacientes jóvenes, en la tercera década de la vida, que han presentado infartos de miocardio y su único factor de riesgo era el tabaco. Además éste, posee sustancias con efecto agudo que actúan a nivel cardiovasculares desde el primer cigarro.

—Una vez que se abandona el hábito, ¿sigue habiendo riesgos?

—El riesgo cardiovascular disminuye hasta los niveles de la población no fumadora de 5 a 10 años, pero el beneficio individual de dejar de fumar comienza, al igual que a nivel pulmonar, desde el primer día en que se deja de hacerlo.

—Cómo profesional sanitario, ¿está satisfecho con la nueva ley o cree que no es suficiente aún?

—No podemos saberlo aún. Entiendo que nuestras autoridades sanitarias deben legislar para promover la Salud de la población pero esto no nos exime a los profesionales de la obligación de educar. No obstante, nunca me ha gustado prohibir, sino aconsejar, intentando no interferir en la libertad personal de cada individuo.

—¿Qué puede hacer un profesional de su área u otra para que sus pacientes dejen de fumar? ¿Qué métodos son más efectivos para que lo hagan?

—Nuestra principal arma es informar de las repercusiones que tiene el fumar y motivarle para conseguir que tome la decisión fundamental. Muchos pacientes lo consiguen con su fuerza de voluntad, otros no. Cualquier persona que lo necesite, puede acudir a su centro de salud y consultar con su médico. En algunas ocasiones, se puede ayudar con tratamientos farmacológicos coadyuvantes durante los momentos más difíciles: los primeros días y las primeras semanas de dejar de fumar.

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