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La hebilla abierta de la memoria histórica

Hallan restos con símbolos católicos en esqueletos de supuestos soldados republicanos en Rubielos de Mora

abc

pedro corral

El Ministerio de la Presidencia aprobó en 2010 una ayuda de 57.000 euros para el proyecto de localización, exhumación e identificación de los restos de al menos cuarenta soldados republicanos ejecutados por orden de sus propios mandos, el 20 de enero de 1938, en la localidad de Rubielos de Mora, durante la durísima batalla de Teruel, en la guerra civil española. Fue el primer proyecto que obtiene financiación del Gobierno socialista, en virtud de la Ley de Memoria Histórica, cuyo objetivo es la búsqueda de víctimas de la represión republicana, en este caso dirigida contra sus propios combatientes: los miembros de la 84.º Brigada Mixta del Ejército Popular, castigada y disuelta después de insubordinarse en Rubielos de Mora ante la suspensión de un permiso por su decisiva intervención, unas semanas antes, en la conquista de la ciudad de Teruel.

La localización de la fosa donde se encontrarían los restos de tres sargentos, doce cabos, treinta soldados y un tambor de esta unidad republicana, ejecutados sin mediar juicio alguno a causa de su insubordinación, se puso en marcha en 2009. La voluntad de los descendientes de tres de los masacrados, el cabo Salvador Martínez Tarazona, el ametrallador Victoriano Alegre Navarro y el tambor Anacleto Esteban Mora, logró sortear el desinterés, cuando no el rechazo, de algunos a que estos 46 soldados republicanos se beneficiaran también de la Ley de Memoria Histórica.

Apoyados desde el primer momento por Luis Avial, técnico en geo-radar que ha ayudado a localizar más de noventa fosas, y por la Sociedad de Ciencias Aranzadi, cuyo riguroso equipo multidisciplinar encabeza el catedrático Francisco Etxeberría, estos familiares vieron cómo al fin, en la primavera pasada, se daba inicio a la búsqueda de los restos de sus seres queridos, como ya informó ABC.

La búsqueda en un paraje de rocas y pinares conocido como Piedras Gordas se antoja una de las más complejas para los investigadores, tanto por la extensión como por lo abrupto del terreno. En mayo pasado, gracias al testimonio de un agricultor que recordaba haber visto de niño unos cadáveres arrojados a una balsa de riego en las tierras de su familia, se localizaron dos esqueletos.

Según las primeras estimaciones de los profesionales de la Sociedad de Ciencias Aranzadi, se trata de dos varones jóvenes, muertos ambos de un disparo a quemarropa en la cabeza, si bien en uno de los esqueletos se halló una pequeña bola de plomo utilizada como metralla en proyectiles de artillería. Los restos de sus vestimentas indican su condición de militares: uno portaba cinturón con el emblema de la infantería española y el otro, además de un capote impermeable, llevaba otra hebilla, de nácar, grabada con una imagen que se antoja insólita para un supuesto soldado de una unidad mayoritariamente anarquista como fue la 84.ª Brigada: el emblema de los Santos Corporales de Daroca, un milagro eucarístico sucedido en la Edad Media en dicha localidad zaragozana, que quedó en zona nacional durante la Guerra Civil.

Todas las hipótesis están abiertas, incluso la de que un soldado de la 84.ª Brigada republicana tuviera la osadía de lucir tan piadoso cinturón a comienzos de 1938. Tampoco se descarta que los restos pertenecieran a dos combatientes franquistas de la guarnición de Teruel, ejecutados durante su marcha hacia el cautiverio, puesto que Rubielos fue uno de los itinerarios de traslado hacia Valencia de los miles de soldados nacionales apresados por el Ejército Popular en Teruel. Una tercera hipótesis es la de que fueran desertores del Ejército franquista, ajusticiados en la misma línea del frente por orden de sus mandos, como fue tan habitual en ambos bandos contendientes.

La posibilidad de que estos dos esqueletos no guarden relación con las ejecuciones en el seno de la 84.ª Brigada Mixta permite confiar de nuevo en la posibilidad de que los 46 soldados muertos en aquella masacre se encuentren en una sola fosa, y no en varias desperdigadas por aquel paraje. De hecho, una reciente inspección en otro lugar de Piedras Gordas ha arrojado el hallazgo de nuevas evidencias, como cartuchos, balas e insignias, que indican la posible localización de esta única fosa.

Una sencilla hebilla de cinturón ha venido a ahondar, aun más si cabe, la complejidad de este riguroso proyecto de búsqueda de los restos de 46 combatientes ejecutados sin juicio alguno por sus mandos, doce días después de haber tomado Teruel para la República. Aunque las piezas no encajen, por las dudas de que las dos víctimas por ahora exhumadas sean de un bando o de otro, todas ellas componen un mismo cuadro de barbarie y crueldad que invita a una misma piedad por todos los que sufrieron las consecuencias de aquel conflicto.

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