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Auto-moribundia

Día 28/12/2010
La limosna de legislatura brindada por CiU al PSC, a cambio de un apoyo parlamentario que no necesita, vino precedida de un consenso verbal entre los dos principales partidos catalanes, con algunas otras adherencias, para saltar una vez más por encima del estado de derecho. Sumando una vez más sus voces a las de los nacionalistas, los socialistas proclamaban su intención de no dar cumplimiento al mandato judicial que obliga al gobierno autonómico a considerar el castellano lengua vehicular en el sistema educativo de Cataluña; la penúltima muestra del seguidismo y la confusión que ha llevado a los socialistas a la situación de postración en la que les ha sumido el veredicto de los electores y de la que ahora pretenden salir con más de lo mismo: ofreciendo su apoyo a un gobierno que, en una situación normal, estaría en las antípodas de sus principios ideológicos y al que han llevado en volandas al poder, víctimas de un complejo de limpieza de sangre que no les ha sumado nada y les ha restado el apoyo de muchos de sus desencantados seguidores.
«Es muy chocante ver a un por sí decirlo socialista envuelto en la bandera catalana. Es un oxímoron viviente. O quizás agonizante», escribía el intelectual barcelonés Félix de Azúa, en un artículo, en «El pais», cuya lectura recomiendo. En la coda final se encuentra, en mi opinión, la clave del pacto. El nacionalismo catalán ha sido siempre muy pragmático en cuanto conviene a sus intereses. Y no ofrece al PSC un acuerdo por afinidad o por aversión al PP, con el que ha pactado en ambos parlamentos en el pasado. Lo hace porque firma con un moribundo necesitado de oxígeno que trata de sobrevivir, en Barcelona y Madrid, a toda costa. Con la vista puesta en 2012. Ya veremos entonces. Por ahora: Andreu Mascarell, primera «recompensa» al servicio prestado.
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