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ENTREVISTA

«La Naturaleza salvaje es el espejo de nuestro interior»

David Vann, escritor nacido en Alaska, es la revelación del año con «Sukkwan Island»

SERGI DORIA

Le comparan con Cormac McCarthy y Hemingway. Nacido en la isla de Adak, entre osos emboscados y reluciente salmones, David Vann experimentó desde pequeño los efectos perturbadores de las tierras vírgenes y la muerte de su padre le enseñó que la Naturaleza puede resultar claustrofóbica. El suicidio centra «Sukkwan Island» (Ed. Alfabia): un padre huyendo de sus demonios familiares y un hijo que intenta protegerlo en un paraíso natural que deviene infierno.

La minuciosa descripción de cómo los personajes intentan reconstruir sus vidas en esa isla de Alaska demuestra según Vann, que la Naturaleza es nuestro espejo: «La isla de Sukkwan es el peor lugar para una huída. Siempre me interesó el teatro y los paisajes que describo componen un escenario de espejos múltiples que reflejan cada faceta de unos personajes enfrentados a su destino». ¿El suicidio? Vann no cree, como afirmó Camus, que sea el principal problema filosófico: «Cuando se toma esa decisión no se piensa con claridad», afirma.

Naturalismo y simbolismo

La conexión entre Naturaleza y existencia de «Sukkwan Island» podría conectar con la tradición del naturalismo y el simbolismo decimonónicos: «Cuando el padre camina por el bosque, toda su angustia está ahí: el paisaje revela el conflicto interno del personaje».

Una Naturaleza cruel que puede recordar el «Anticristo» de Lars von Trier. Vann no ha visto la película, pero sabe lo que es silencio rodeado de rumores que devienen amenazas. Algunos lectores de esta novela, que ha pasado de ser título de culto a bestseller, con más de 200.000 ejemplares vendidos y traducida a diez lenguas, subrayan un notable protagonismo masculino que el autor matiza: «Vemos, efectivamente, a un padre y su hijo cortando leña, pescando, pero la madrastra adquiere un papel fundamental: su ausencia desespera al padre que llora por las noches e intenta sin éxito hablar con ella por radio».

David Vann conoce bien lo que escribe: como sus personajes sabe ahumar salmón y construye barcos capaces de surcar mares procelosos. Los parajes salvajes le interesan más que la ciudad: «El entorno urbano brinda demasiadas distracciones y no presiona psicológicamente como la pureza de lo inhóspito».

Su siguiente novela transcurrirá también en Alaska: de la relación paternofilial al conflicto conyugal en un territorio salvaje.

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