«Es urgente que España retome la senda de la confianza y la credibilidad»
Entrevista con Claudio Boada, presidente del Círculo de Empresarios
Asegura tajante que España no es Grecia, ni Irlanda ni Portugal, pero también advierte que el Gobierno debe empeñarse a fondo para que no llegue a serlo. Cuando se le pregunta ¿cómo hacerlo? contesta: reformas y más reformas, «una actuación decidida de cara a los mercados, sin titubeos», puntualiza.
—España está en estado de alarma... ¿y la economía?
—No está en buena situación, está sufriendo, pero lo peor es cómo se nos está percibiendo fuera, que no es de la forma más racional. Lo hemos visto con el efecto contagio, primero de Grecia, luego de Irlanda y quizá de Portugal, por el volumen de deuda que tiene que refinanciar en los próximos meses. España no es Portugal, no es Irlanda ni Grecia en términos económicos, pero tampoco somos ninguno de esos tres países en importancia en Europa. La actuación de nuestro Gobierno debería ir encaminada a que no lleguemos a ser como esos países, a evitar que España genere las dudas que genera.
—¿Cómo hacerlo?
—Se necesita una actuación decidida de cara a los mercados, sin titubeos, y, como nos decían cuando éramos niños, lo que se dice se hace y no lo que se dice se hace a medias o lo que se dice se hace lentamente. Es lo que está pasando, por ejemplo, en la legislación laboral y en la reforma del sistema de pensiones. Ésta última primero se anunció para diciembre, luego para abril y ahora para enero. Estos bandazos no son buenos para la imagen exterior de nuestro país. Y al final, no nos engañemos, nos gustará más o menos depender del mercado, pero estamos muy necesitados de financiación internacional. Esta misma semana conocimos la noticia de que el Tesoro tuvo que financiarse y que lo hizo a unos precios cada vez más altos. Es urgente para España retomar la senda de la confianza y la credibilidad.
—Hábleme de lo que queda por hacer.
—Terminar lo que está a medias. Por ejemplo, la reforma de las pensiones. Y no me refiero a los parámetros, aumentar los años para la jubilación o los años para calcular la prestación, me refiero a una reforma en profundidad del propio sistema porque, en caso contrario, los jóvenes no recibirán la misma pensión que los que estamos más cerca de la jubilación. También hay que ser más valiente en la reforma laboral y abordar una reforma de la sanidad. La política que se ha aplicado frente a esta crisis no ha sido, en muchos casos, la acertada. Se ha seguido contratando funcionarios, engordando las administraciones y despilfarrando, lo contrario de lo que están haciendo hoy empresas y familias. Unas, mejorando la situación de los balances y otras, ahorrando.
—¿Hace falta una reforma sanitaria?
—Poner en marcha un copago o un sistema mediante el cual alguien no pueda ir hasta 200 veces al año a urgencias. Sería preciso acotar en función de quién lo necesita. No es entendible que personas en buena situación económica paguen cero por los medicamentos o por una consulta en la Seguridad Social.
—¿Es partidario de reducir el tamaño de la administración?
—Es imprescindible una simplificación administrativa, reducir el coste de la Administración en España. Y esto no es reducir el sueldo a los funcionarios, es evitar superposiciones entre administraciones. Simplificar ahorraría mucho.
—¿Y el Estado de las autonomías?
—Todavía no nos hemos enterado de que el sistema autonómico debe adelgazar, que hay competencias que hay que devolver al Estado central. Puede sonar utópico pero no siempre por descentralizar se gestiona mejor.
—¿Hay que modificar la política de subsidios?
—Estamos instalados en la cultura de que cuando una persona entra en el paro piensa que tiene por delante unos meses sólo para cobrar un subsidio. Pero la prestación no es para que el parado esté un periodo sin hacer nada, debe buscar empleo lo más activamente posible. Y si no lo encuentra habrá que ayudarlo con mayor intermediación laboral, limitando la posibilidad de decir no a un puesto de trabajo o dotando a las empresas de más facilidades para aplicar movilidad funcional y geográfica. Lo que más nos interesa en este país, con diferencia, es reducir la cifra de paro, que es alarmante y, desgraciadamente, tiene una vertiente de paro crónico mayor que nuestros vecinos europeos. Por tanto, la formación de cara a la empleabilidad es más importante que en otros países.
—Tras la crisis de los años 90 quienes tiraron de la economía y el empleo fueron las empresas. ¿Podrán hacerlo ahora también?
—Para salir de esta crisis hacen faltan más empresarios. Entre 1996 y 2007, años con un paro del 18% y algo menos del 9%, respectivamente, se crearon 8 millones de empleos y surgieron medio millón de empresarios. Ahora, con un 20% de paro, la receta seguro es la misma: más emprendedores, más gente que decida autoemplearse o emplear a algunos trabajadores. Las grandes empresas no van a contratar como para reducir las cifras de paro. Es importante promover el espíritu emprendedor y dejar de denostar al empresario, que es quien nos puede sacar de la crisis.
—El sector financiero sigue en boca de todos. Esta semana el gobernador del Banco de España pedía más transparencia a la banca y aseguraba que el mapa de las fusiones estaría completado antes de final de año.
—El gobernador del Banco de España habla con mucho sentido común, pero no comparto los comentarios tan optimistas que hizo respecto a las fusiones de las cajas. Creo que deberíamos acelerar la reforma de las cajas y si, como ha dicho el gobernador, concluye a finales de año, perfecto, aunque algunos tenemos nuestras dudas. El proceso de fusiones de las cajas ha sido especialmente complicado porque es un invento que no se ha hecho en países que han pasado por una situación parecida.
—¿SIP o fusiones de peso?
—Creo que el sistema de fusionar las cajas a base de mantener sedes, consejos u organizaciones no es una fusión. Se tendrían que haber hecho de forma más drástica.
—¿Qué piensa de las prejubilaciones, muy extendidas también entre la cajas?
—El Circulo está en contra de que se primen prejubilaciones en un momento en el que hay más de 4,5 millones de parados y cuando estamos pidiendo que se alargue la vida laboral hasta 67 años.
—Cambiando de tema, ¿merecía el conflicto con los controladores un estado de alarma en España?
—No soy jurista y no sé si la medida es la mejor o si habría que haber tomado una más o menos contundente, pero no se puede dejar un país paralizado en su transporte aéreo.
—El espacio aéreo sigue militarizado, pero el problema de fondo con los controladores sigue sin resolverse. ¿Qué hacer?
—El conflicto no se calibró con la suficiente anticipación, tampoco se entiende quién asesoró a los controladores para abandonar el puesto de trabajo; si tenían algo de razón en lo que estaban negociando con el Gobierno, que lo desconozco, la perdieron. Por lo tanto, fue una mala decisión para los ciudadanos y para nuestra economía, para sectores, empresas e industrias que tenían esperanzas de tener actividad durante ese puente. Ahora se debería acelerar la formación de nuevos controladores porque no hay nada como la competencia cuando un colectivo tiene el monopolio.
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