Las criaturas más extraordinarias de la Tierra
La bacteria descubierta por científicos de la NASA es diferente a todo tipo de vida conocida hasta ahora, pero no es el único organismo terrestre que parece sacado de otro planeta
judith de jorge
La comunidad científica está revolucionada. La definición de vida, tal y como la conocíamos hasta ahora, ha cambiado. Se ha ampliado por primera vez. Existe una criatura, una bacteria, que se diferencia del resto de seres vivos que pueblan la Tierra. No funciona igual. No ... hace las cosas igual. Su ADN tiene un elemento extraño. Si todos los que respiramos sobre el planeta respondemos, por decirlo de alguna forma, al mismo mecanismo -necesitamos seis ingredientes fundamentales para seguir vivos-, este microorganismo descubierto por científicos de la NASA en el lago Mono, en California, ha sustituido en sus moléculas uno de ellos, el fósforo, por uno de los venenos más terribles que se conocen, el arsénico. Lo utiliza para sustentar su crecimiento y, por increíble que parezca, funciona.
El excepcional hallazgo de la bacteria GFAJ-1, publicado en la revista Science y firmado por un gran número de investigadores, cambiará para siempre lo que sabemos sobre biología y evolución, y abre una nueva e inesperada puerta a la búsqueda de vida en otros planetas, pero no es el único ser de nuestro mundo que parece extraterrestre. Otros microorganismos han demostrado tal resistencia a condiciones extremas que parecen llegados de Marte. No pueden ser comparables a la extraordinaria bacteria del lago Mono, que, por cierto, quizás se encuentre en otros muchos lugares del planeta, incluso en España -eso aún está por ver-, pero su casi milagrosa capacidad de aguante a temperaturas infernales, radiaciones inaguantables o estados de salinidad asfixiantes los convierten en campeonas de la resistencia, capaces de vivir donde cualquier otro ser moriría sin remedio.
Algunos incluso han sido enviados con éxito al espacio exterior en varios experimentos científicos realizados en la Estación Espacial Internacional (ISS, por sus siglas en inglés). En el último del que conocemos resultados, unos microbios recogidos en los acantilados de Devon, en Inglaterra, consiguieron sobrevivir casi 600 días expuestos a los rayos cósmicos y sin oxígeno. Ahora mismo, un nanosatélite de la NASA del tamaño de una barra de pan orbita la Tierra con microbios que se encuentran comúnmente en los estanques de sal en un estado seco y latente, para comprobar su reacción a condiciones extremas de radiación e ingravidez.
Se llaman seres extremófilos y uno de los mejores ejemplos de su comportamiento lo tenemos muy cerca, en la ácida cuenca del río Tinto (Huelva), un sistema que parece ser muy similar al marciano y donde también hay grandes cantidades de arsénico. Los científicos han sometido unas bacterias abundantes allí llamadas quimiolitotrofas, relacionadas con el ciclo del hierro, a todo tipo de pruebas sádicas para comprobar si resisten las condiciones del Planeta rojo: presiones de 7 milibares, temperaturas que superan los 170 grados centígrados, alta presencia de rayos UV. Los niveles de supervivencia fueron altos, especialmente cuando las bacterias se encontraban protegidas por una capa de subsuelo.
Organismos asombrosamente resistentes se encuentran en otros puntos del planeta, en zonas donde jamás se hubiera sospechado la existencia de vida. Cada tormento, cada ambiente extremo, tiene sus propios héroes invulnerables. Claro que hay algunos que son especialmente llamativos. En el caso del PH ácido, por ejemplo, «el campeón está en una mina en California llamada Iron Mountain, donde microorganismos arqueas crecen en PH negativo, unas condiciones de acidez insoportables», explica el microbiólogo Ricardo Amils, catedrático de la Universidad Autónoma de Madrid y director del departamento de Planetología y Habitabilidad del Centro de Astrobiología del CSIC-INTA. Si hablamos de bajas temperaturas, en el Vostok, un lago subglacial en la Antártida, a 4.000 metros bajo la superficie de la placa de hielo, se ha encontrado, por difícil que pueda parecerlo, microorganismos todavía sin identificar que viven sin problemas a -35ºC. El caso contrario: en lugares con actividad volcánica, como Yellowstone o Islandia, se han descubierto seres microscópicos «que pueden crecer a 113ºC». En simas oceánicas de hasta diez kilómetros de profundidad, donde existen volcanes submarinos, también ha aparecido vida a pesar de la inaguantable presión del agua; y en los desiertos o en altas cumbres como el Mont Blanc, microorganismos «toman» altas dosis de radiación sin ningún tipo de protección. Entre todas estas súper criaturas, quizás los más comunes y prolíficos sean los tardígrados, conocidos como «osos de agua» por su aspecto y su peculiar manera de caminar, que pueden medir hasta 1,5 mm y están, literalmente, en todas partes con tal de que haya humedad. La característica que los hace fascinantes es su capacidad de deshidratarse para quedar «como muertos» durante cientos de años. También han resistido en el espacio.
A juicio de Amils, todo esto demuestra que, en realidad, «la vida es mucho más resistente de lo que creíamos». Hace 40 años «creíamos que la vida era muy sutil; ahora sabemos que es extremadamente resistente y que, siempre que pueda, va a desarrollarse».
----------------------------------------------------------------------
Científicos españoles buscarán la bacteria de la NASA en río Tinto
«Han conseguido algo revolucionario. Desde que salió a la luz, estoy seguro de que muchos científicos no han dormido haciendo experimentos». Ricardo Amils, microbiólogo del Centro de Astrobiología del CSIC-INTA, es amigo personal de Felisa Wolfe-Simon, la descubridora de la nueva bacteria con alma de arsénico. El investigador español se deshace en elogios hacia el trabajo de los científicos de la NASA, un estudio que, según explica, su autora principal tenía mucho interés en haberlo hecho en colaboración con los expertos que, como él, trabajan en la cuenca de Río Tinto en Huelva. Es lógico, porque en esta zona que parece sacada del averno, una de las más parecidas del mundo a Marte, «hay hongos acidófilos que son capaces de resistir condiciones mucho más elevadas de arsénico que las que existen en el lago Mono; claro que, honestamente, nunca hemos mirado su ADN o sus proteínas», reconoce Amils. «Obviamente, ahora lo vamos a averiguar». El objetivo es comprobar si la misma bacteria estudiada por la NASA u otra similar se comporta de la misma manera en nuestro propio charco de arsénico. Ese ser excepcional podría vivir aquí.
----------------------------------------------------
Titán y Marte, en el punto de mira
La NASA advirtió el jueves, en una esperada rueda de prensa, que el descubrimiento de una forma de vida «diferente», la bacteria GFAJ-1, abriría nuevos caminos en la forma de buscar rastros de organismos vivos en otros planetas. Pero, ¿por dónde empezar a buscar? ¿En qué lugar del Sistema Solar puede existir vida basada en el arsénico? Jesús Martínez Frías, experto en geología planetaria del Centro de Astrobiología del CSIC-INTA y coinvestigador de dos próximas misiones a Marte, apunta, aunque con muchas precauciones, tres posibles dianas: el Planeta rojo, Titán (el satélite más grande de Saturno) y Europa (una de las lunas de Júpiter). En estos mundos, «se podría 'cocinar' esta posibilidad en sistemas hidrotermales ricos en arsénico a temperaturas muy bajas, 80 ó 100 grados bajo cero, asociados a actividad volcánica en el pasado». Hace poco, científicos de la Universidad de Brown anunciaban el hallazgo de una especie de oásis marciano que podía haber sido habitable en el pasado. Ese puede ser un lugar a investigar. Mientras, Titán tiene intrigantes lagos y ríos de metano, y Europa puede contener un gigantesco oceáno bajo su superficie. A juicio de Martínez Frías, el nuevo hallazgo de vida en arsénico debe incorporarse a los sistemas de detección de vida, ya que «la ciencia rompe los esquemas cada dos por tres».
Esta funcionalidad es sólo para suscriptores
Suscribete
Esta funcionalidad es sólo para registrados
Iniciar sesiónEsta funcionalidad es sólo para suscriptores
Suscribete