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Moneo: «Frente a la crisis, racionalidad»

El arquitecto presenta «Apuntes sobre 21 obras», un libro que selecciona lo mejor de sus 40 años de arquitectura

Moneo: «Frente a la crisis, racionalidad» EFE

EFE

El arquitecto navarro Rafael Moneo, premio Pritzker en 1996, considera que es pronto para decir cuál será el impacto de la crisis en su campo , pero cree que, en cualquier caso, sería «una gran fortuna» que al menos trajese aparejada una vuelta a una arquitectura más racional. «Es prematuro juzgar cuál va a ser el impacto de la crisis en la arquitectura del futuro. Será difícil abandonar formas de vida que implican consumo de energía y a las que estamos tan acostumbrados que llegan a parecernos naturales», dice este gran arquitecto, que acaba de reunir en el libro «Apuntes sobre 21 obras» una selección de su trabajo de 40 años.

Pero, de esperar algo bueno, sería «el volver a una arquitectura que no olvidase los criterios de racionalidad» , que, como los de sostenibilidad, han sido una constante en su obra. Tal racionalidad implicaría «un entendimiento del ejercicio de la profesión que traería consigo el abandono del uso interesado -y no siempre bien intencionado- que acompaña al contrato de los arquitectos del star system», afirma

Moneo al preguntarle si los tiempos actuales pueden significar un punto de inflexión en ese «boom» de arquitectos estrella.

Moneo, nacido en Tudela (Navarra) hace 73 años, tiene entre sus innumerables e importantes proyectos la ampliación del Museo del Prado, la remodelación de la estación de Atocha, también en Madrid, la catedral de Los Ángeles (EEUU), el Kursaal de San Sebastián, o la Fundación Miró de Palma. Hace años, el editor de libros de arquitectura Gianfranco Monacelli le ofreció publicar en Estados Unidos una monografía sobre su trabajo y, aunque le ha llevado más tiempo del previsto, «Apuntes sobre 21 obras» es la realización de ese proyecto, que aparece simultáneamente en EEUU y en España, en este caso, publicado por la editorial Gustavo Gili de Barcelona. «No es una monografía, ni tampoco una simple antología de mi carrera profesional. Lo que he pretendido ha sido dar razón de los principios que han inspirado y guiado mi trabajo, poner de manifiesto mi manera de entender la arquitectura», dice.

Por eso ha elegido las obras que mejor permiten plantear las cuestiones que más le han interesado, aquellas que mejor ilustran «la discusión acerca de los problemas teóricos que han preocupado a los arquitectos en los últimos 40 años». Y, entre ellas, además de las arriba citadas, aparecen explicadas y comentadas por el propio Moneo, construcciones como la sede de Bankinter de Madrid, el Museo de Arte Romano de Mérida, el aeropuerto de San Pablo de Sevilla, el Auditori de Barcelona, la remodelación del Museo Thyssen-Bornemisza o la nueva Maternidad de O'Donnell, de Madrid. «Quizá la más destacada de las constantes de mi trabajo sea la importancia que tiene el pensar que los edificios no son episodios aislados y que siempre viven en un marco más amplio que hay que tener en cuenta », explica el autor.

Porque, si hay algo en la profesión de arquitecto que para Rafael Moneo tiene un valor innegable, es «el contribuir -dice- a que una ciudad se mantenga viva, ser en un determinado momento la persona a quien se encomienda su futuro». Entre los muchos reconocimientos que jalonan su prolífica trayectoria están el premio de la Unión Europea Mies van der Rohe (2001), el Nacional de Arquitectura (1961), la medalla de oro de la Unión Internacional de Arquitectos, o el haber sido elegido en 1997 miembro de la Academia de Bellas Artes, en la que ingresó en 2005.

Aunque no ha contado sus obras, superan con mucho el centenar y, entre ellas, la palma en cuanto a quebraderos de cabeza se la llevó, admite sin ambages, la ampliación del Prado. «En verdad que sí. Fue un proceso duro en el que se daban cita, no sólo los problemas arquitectónicos, sino muchos otros de muy distinto orden, pero trabajar para una institución como el Prado mereció todos esos esfuerzos», afirma Moneo, que en la actualidad sigue trabajando sin parar y con satisfacción y quien, puestos a decir qué proyecto querría afrontar aún, confiesa que le gustaría volver a ocuparse de la residencia, de la casa.

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