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Los controladores amenazan con cerrar el espacio aéreo en Navidad

El pulso entre AENA y USCA se recrudece por el número de horas de trabajo fijadas por ley

L. M. ONTOSO

Un nuevo conflicto aéreo amenaza con enturbiar las navidades. En un gesto que viene siendo tradicional en las campañas vacacionales —con el precedente de Semana Santa y verano—, el pulso entre los controladores y AENA vuelve a dejar en vilo el tráfico aéreo de toda España. El sindicato mayoritario de este colectivo (USCA) ha lanzado ya la primera piedra: a partir de este fin de semana se podrían producir cierres en el espacio aéreo de Santiago de Compostela, una situación que, con el paso de las semanas, «podría extenderse a los centros de control de Madrid, Barcelona, Mallorca y Canarias».

Con un peculiar tono apocalíptico, ayer comenzó un nuevo capítulo en ese eterno tira y afloja que, de momento, se ha saldado con la imposición de un decreto ley que hizo tabla rasa sobre el anterior convenio laboral, una huelga desconvocada en agosto y varios desaires en la mesa negociadora. «A lo largo del mes de diciembre va haber problemas, problemas muy graves, y ya este fin de semana va a haber cierres parciales del espacio aéreo en el servicio de torre de Santiago», indicó Daniel Zamit, uno de los portavoces de USCA.

El origen de la discordia procede del número de horas de trabajo previstas en la Ley 9/2010, con la que el Gobierno fijó un tope anual de 1.670 horas. La organización sindical asegura que algunos controladores «ya han realizado el máximo de horas» establecidas en la normativa, debido a la imposición de «turnos exagerados» durante este año y la defectuosa planificación por parte del gestor aeroportuario.

En concreto, si la legislación reconoce un límite de 140 horas mensuales, los controladores alegan haber realizado una media de «180, 190 y hasta 200 horas mensuales». USCA subraya que algunos controladores han tenido turnos de entre 24 y 26 días laborables al mes, lo que arroja una media de, aproximadamente, entre 7 y más de 8 horas diarias.

Y, ante esa tesitura, no tienen más opción que quedarse de brazos cruzados «cumpliendo la legislación», puesto que aquéllos que rebasen las horas «no podrán acudir a prestar su servicio». Sus consecuencias pueden ser mayores o menores dependiendo del número de personas que acudan a trabajar. «Durante varias horas en cada servicio desde la torre de Santiago no podrá despegar ni aterrizar ninguna aeronave».

La empresa, por su parte, niega la mayor. La entidad pública envió el pasado jueves un comunicado «individualizado» a todos los controladores con el cómputo de sus horas trabajadas. La conclusión, según fuentes del gestor, es que «nadie a 30 de noviembre» superará el máximo de horas.

AENA reconoce, sin embargo, que el mes que viene sí que puede verse obligada a aplicar «reprogramaciones». Cerca de una veintena del total de los 2.400 controladores «podrían pasarse del número de horas». En ese caso, se reorganizarían los turnos para que los trabajadores con una suma menor de horas trabajadas sustituyan a aquéllos que las exceden. Los controladores consideran que, al menos en el caso del aeropuerto gallego, no se puede efectuar esa operación. En un «periodo de entre 10 y 15 días, el 30% del personal de Santiago de Compostela (cerca de 28 personas) cumplirá el máximo de las horas previstas», subraya Zamit.

El Sepla también presiona

Si la segunda mitad del año, tras la tensión estival, parecía haber dado paso a una calma levemente interrumpida por los rifirrafes y los cruces de declaraciones habituales con los controladores, los problemas se le acumulan al gestor aeroportuario a menos de un mes de que comience la campaña navideña. El Sindicato Español de Pilotos de Líneas Aéreas (Sepla) reprochó al Ministerio de Fomento el retraso en la publicación de la circular que regula los tiempos de trabajo y descanso de las tripulaciones. Los pilotos señalan que el Ejecutivo se comprometió a ello y que «la única explicación» es la «presión ejercida a Aviación Civil» por parte de las aerolíneas. Las consecuencias pueden ser «una merma en la seguridad aérea» e, incluso, «movilizaciones».

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