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Los nietos de la Casa Saud velan sus armas

Secretismo en torno al hospital de EE.UU. que ayer recibió al rey Abdullah

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FRANCISCO DE ANDRÉS

El «tercer hombre más poderoso del mundo», según la revista «Forbes», el rey Abdullah de Arabia Saudí, se encuentra desde ayer internado en un hospital secreto de Estados Unidos, en circunstancias que hacen presagiar su no retorno, al menos en condiciones para volver a gobernar. Tras despedir a su soberano en el aeropuerto de Riad, la gerontocracia saudí ha vuelto a cerrar las cortinas en torno a quién regirá a partir de ahora los destinos de la primera potencia petrolera del mundo, patria chica de Bin Laden y peón vital en la lucha contra el terrorismo islámico.

Sobre el papel, el príncipe heredero, Sultán, convocado de urgencia de su retiro en Marruecos, es el nuevo regente. Sultán, hermanastro de Abdullah, tiene la edad de éste (se calcula que 86 años), fue operado de cáncer en 2008 y 2009 en Estados Unidos, y llevaba un año de convalecencia en el extranjero. Su salud, según muchos analistas, es más frágil que la de Abdullah y podría no sobrevivir a éste.

Hasta fechas recientes, todos los analistas señalaban al «número tres» del Estado, el príncipe Nayef, como favorito a la corona saudí. La llegada al trono del poderoso ministro del Interior (77 años) marcaría un viraje aún más integrista al régimen. Nayef es un aliado confeso del clero wahabí —el más radical del ala suní del islam—, y no oculta sus reticencias hacia Estados Unidos. Sólo le une con Washington su hostilidad hacia los chiíes que gobiernan Irán.

Las apuestas por Nayef son fuertes, pese a que hace años el rey Abdullah creó el Leal Consejo, un órgano electivo del próximo monarca formado no sólo por los hijos aún vivos del fundador de la dinastía (alrededor de veinte) sino también por los nietos. Hasta hoy, la sucesión en Arabia Saudí se producía por designación directa del rey.

Para analistas como Christopher Boucek, de la Fundación Carnegie, ese cambio generacional, que pondría fin a la gerontocracia saudí, «no se producirá en un futuro próximo».

Otros analistas citados por France Presse, como Aziz al-Sager, del Centro de Investigaciones del Golfo, con sede en Dubai, creen que «la segunda generación está tomando ya de hecho las riendas».

Los últimos movimientos en el interior de la maquinaria del régimen apuntan a ese cambio de guardia en favor de la generación más joven (entre los 50 y los 70 años) de la pléyade de príncipes saudíes.

Los favoritos en la puja por la corona son precisamente hijos de las tres primeras figuras del reino. Nayef nombró a su hijo Mohamed viceministro del Interior, pero los sucesos del pasado mes de agosto —un falso arrepentido de Al Qaida estuvo a punto de volarse con él en su despacho— le han quitado ascendencia en la familia real.

Sultán nombró a su hijo Jaled viceministro de su cartera, Defensa. El príncipe Jaled, de 69 años, dirigió las fuerzas árabes en la guerra de 1991 contra Sadam y es propietario del influyente diario «Al-Hayat».

El propio rey Abdullah movió en fechas recientes ficha con el nombramiento de su hijo Mitab (57 años) como ministro y jefe de la Guardia Nacional, un cuerpo de élite cuya presidencia estaba hasta ahora sólo reservada al monarca.

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