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El tabú electoral

Se dan a los parados cursos de formación. ¿Quién pagará esos cursos cuando todos estemos haciendo esos cursos?

Día 19/11/2010
ESO de que las campañas electorales sólo sirven para insultarse y cometer majaderías no es totalmente cierto. Sin ir más lejos, la campaña electoral catalana, aparte de poner en evidencia la catadura de los candidatos, nos está permitiendo conocer cosas importantes, que explican lo que está ocurriendo a Cataluña en particular y a España en general. Por ejemplo, que bajo el Tripartito, los empleados de la Generalitat y empresas adjuntas han pasado de 140.000 a 226.000, 86.000 más, lo que significan 2.400 millones de euros anuales más sólo en sueldos. Y no se crean ustedes que todos ellos son personal educativo, sanitario o de la limpieza pública. Esos fueron los menos. El 60 por ciento de los nuevos contratados pertenecen a otras categorías, no del todo especificadas. ¿Cómo, se preguntarán ustedes, es posible ese dispararse de la contratación pública en tan pocos años? Pues la razón es muy sencilla: porque eran —son todavía— tres los partidos en el gobierno catalán y en España, la principal misión de los partidos de gobierno es colocar a sus afiliados y allegados en puestos que, con un poquillo de suerte, se convertirán de permanentes. «Oye fulanito —se dice al compadre que acaba de ser elegido para el ayuntamiento, la comunidad o el congreso de la nación— a ver si me colocas a mi hijo tonto, que el listo ya se las arregla por su cuenta». Y a la menor oportunidad, se le coloca.
Sí, los partidos son hoy los mayores «empleadores» que hay hoy en España. Lo único malo es que los empleos que crean no crean riqueza, al revés, la destruyen al dejar los presupuestos municipales, autonómicos y estatales vacíos y las oficinas del INEM llenas. Pero el Gobierno ha ideado la fórmula mágica para ello: se dan a los parados cursos de formación y pasan a ser trabajadores. De esta forma desaparecerá el paro de España por muchos que pierdan su empleo. Podría ser una de esas comedias absurdas de Jardiel que tanto nos han hecho reír. En la realidad, en cambio, no tiene ninguna gracia, pues ¿quién pagará esos cursos cuando todos estemos haciendo esos cursos?
Si las instituciones internacionales nos exigen ajustar nuestras cuentas, y todas las fuerzas políticas, comenzando por el gobierno, parecen haberlo aceptado, donde primero tendrían que meter el cuchillo sería en las gigantescas administraciones que hemos creado y en los consorcios, institutos, fundaciones, corporaciones, entidades y demás organismos parasitarios en torno a los partidos, sin olvidar a estos ni a la clase política, con los beneficios extra que reciben. Pero, amigo, en eso están pringados todos, razón de que ninguno lo incluya en su programa electoral ni lo mente en campaña. Es más barato el insulto y el exabrupto.
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