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La «chistera» social de Zapatero

La respuesta de Zapatero a la crisis oscila entre la impotencia frente al paro y la política de humo, proponiendo ahora una agenda social improvisada

EL último discurso de Rodríguez Zapatero sobre la crisis oscila entre la impotencia frente al paro y la política de humo con una agenda social improvisada. Su participación en el pleno de ayer del Congreso de los Diputados retrató el estado del Ejecutivo, agotado de ideas y varado en una crisis de la que, con encomiable y tardía sinceridad, dijo Zapatero que hace reversible la débil recuperación de la economía española. Quedan canceladas las animosas previsiones que Mariano Rajoy se encargó de recordar a Zapatero, desistido ya de su optimismo antropológico. Y razones no le faltaron ayer mismo, después de que la OCDE anunciara una rebaja del crecimiento español para 2011 al 0,9 por ciento, cuando el Gobierno pronostica el 1,3 por ciento. Con esos porcentajes de actividad económica no solo no es posible crear empleo, sino que probablemente seguirá perdiéndose. Y lo que es más grave: reducen a papel mojado el proyecto de Presupuestos Generales para 2011.

La alternativa de Zapatero a la evidencia de que su Gobierno es incapaz de armar un proyecto económico fiable vuelve a ser una campaña de promesas sociales con resultados a largo plazo, lo que le exime de verificarse ante la actualidad de la crisis. El estancamiento del PIB, la caída del consumo privado y el aumento del paro encuentran réplica en propuestas heterogéneas que buscan confundir el debate político y social. Plantear la discriminación positiva de empresas dirigidas por mujeres, la atención personalizada a los parados o unas reformas legislativas (concursal, jurisdicción laboral, servicios profesionales) de eficacia incierta es la prueba de que la situación real del país se le ha ido de las manos al Gobierno. A falta de soluciones, Zapatero opta por propuestas que habrían sido útiles hace años, cuando no había crisis, pero entonces el Gobierno estaba instalado en la felicidad del rico heredero y solo quería dar buenas noticias con compromisos de gasto público disparado. Eso sí, no puede faltar la acusación al PP de estar en el origen de la crisis, como responsable de la burbuja inmobiliaria. Esta va a ser la cantinela de este fin de legislatura, junto con el carácter antisocial de la derecha, pero fue gracias a ese mercado inmobiliario, desbocado en términos financieros precisamente a partir de 2004, por lo que Zapatero podía presumir de un 8 por ciento de paro y de crecimientos de PIB superiores al 3 por ciento. Entonces, el éxito no era herencia del PP, sino mérito socialista.

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