«A Pemán no le dieron el Nobel por prejuicios de franquismo»

—¿Qué le sedujo del divino impaciente?

—Su personalidad (aunque no le conocí, le leía a través de los artículos de ABC) y su biblioteca: poseía más de diez mil ejemplares, todos anotados. Era amigo de escritores, filósofos... fueran de un signo o de otro. Pemán no despreció a nadie.

—En su serena agonía, escribió su último artículo para ABC, con tintero y pluma en la mano.

—Novelas, obras de teatro, artículos, versos... ¡Uf! No he llegado a abarcarlo todo. Hay mucho Pemán.

—Pemán y Luis Rosales, premio Cervantes, han sido ninguneados por la Junta de Andalucía, que en un alarde de sectarismo mediopensionista no los incluye en «Conoce Andalucía», portal web.

—Me indigna, pero por otra parte me soprende, porque una persona que es culta no hace distinciones entre autores. Si ellos piensan que Pemán era de un signo concreto, yo demuestro en el libro que él nunca se afilió a nada, era libre. No fue un político. Rechazó cualquier cargo.

—Incluso Franco censuró al escritor.

—¡Pero a base de bien! En la época franquista, él, efectivamente, es el gran escritor, lo editó todo porque otras personas no escribían. Era tan prolífico, que tenía muchísimo éxito en España, Hispanoamérica, Estados Unidos, Suecia... Y se atrevió a decir cómo era Franco sin mitos. A Franco le sentó fatal esta «desmitificación», y hasta que no murió no se publicó «Mis encuentros con Franco».

—Los presos políticos de la Prisión Central de Burgos saludaron «afectuosamente» a Pemán.

—Él escribió un artículo en ABC en el que hablaba del 18 de julio. Y decía que ya era hora de que se dejara de hablar de dos bandos, que se unieran todos y se perdonara. Esto produjo en Franco una especie de terremoto, que recorrió toda España. Llegó a la cárcel de Burgos, y desde allí parece ser que Marcos Ana (pseudónimo de Fernando Macarro) le escribió una carta a Pemán celebrando su punto de vista, «porque es el profundo anhelo de los presos políticos españoles». Pemán le contestó a Marcos Ana diciéndole que estaba de acuerdo con ellos y que había que unir a España. También consiguió Pemán que Alberti, que deseaba volver a España, estuviera en El Puerto en 1969.

—¿Por qué no le dieron el Nobel?

—Fue propuesto, pero se lo negaron porque pensaban que era franquista. Y esto es un prejuicio que hay que desmitificar. Llegó a la Academia Sueca, por parte de algunas personas, que Pemán era franquista, y eso no es verdad.

—¿Militó en partidos o ideologías?

—Yo, por lo menos, nunca lo he encontrado. Él era un hombre cristiano, con una fe impresionante. Y un gran patriota. Decía: «Yo no me afilio a ningún partido político, porque si no me lee solo ese partido; y yo quiero que me lean todos».

—A Pemán le dolía España como «si fuera carne de mi carne». ¿Qué pensaría de Celtiberia, hoy?

—Le daría mucha pena. Anhelaba una España plural.

—¿Tendría hueco literario en la España actual?

—Absolutamente. Su poesía es impresionante. Su ensayo, su articulismo... Su Historia de España contada con sencillez, de hace un año, se agostó en mes y medio. Es absurdo que las chicas y los chicos no puedan estudiar que existió José María Pemán.

—¿Qué opinaría Pemán de la ley del aborto?

—Que matar es tremendo. Para él, esta ley sería un asesinato. Para él y para todos los que tenemos dos dedos de frente. No se trata de ser un cristiano, sino de ser un ser humano. Defendía la vida.