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«Marruecos no acepta los puntos de vista no oficiales sobre el Sahara»

Tras el asalto al campamento saharaui de protesta en El Aaiún, «ha habido llamadas de teléfono muy desagradables desde el Gobierno marroquí presionando a corresponsales españoles»

S. BASCO

Corresponsal de ABC en Marruecos desde la invasión de Perejil, en julio de 2002, Luis de Vega acaba de regresar a España. El Gobierno del país vecino le ha retirado la acreditación, descontento del tratamiento dado a la crisis en el Sahara. Cuestión de estado.

—¿Qué ha pasado desde que el Gobierno marroquí anunciara el viernes que le desposeía de su acreditación como corresponsal?

—Por prudencia y hasta que sepamos si dan frutos los contactos de las autoridades españolas para que me sea devuelta la acreditación, he salido de territorio marroquí. El ambiente sigue caldeado, pues el ministro de la Comunicación ha vuelto a lanzar graves acusaciones contra ABC y otros medios españoles. No debemos caer en provocaciones de ningún tipo. El objetivo de este diario es seguir informando desde la corresponsalía en Rabat, y hacerlo en las mejores condiciones. Esta última declaración del Ejecutivo alauí es sin embargo otra pequeña muestra del ambiente de acoso que rodea a los periodistas españoles.

—¿Qué hay detrás de este acoso?

—Entiendo que buscan amedrentarnos, especialmente respecto a nuestro trabajo sobre el conflicto del Sahara. Tengo la impresión de que quieren que nos centremos únicamente en las versiones oficiales de Rabat, o en las versiones de fuentes marroquíes, y que demos por falsas las que vienen de saharauis, de instituciones saharauis o del Frente Polisario. En los últimos días ha habido llamadas de teléfono muy desagradables desde el Gobierno marroquí presionando a corresponsales españoles. Ya lo dijo el ministro de Exteriores hace pocos días en Madrid, cuando delante de la ministra española afirmó que informamos con la óptica de los indepedentistas saharauis. Evidentemente, no comparto ni las palabras de Taieb Fassi Fihri ni la pasividad española.

—¿Y por eso no dejan a los periodistas viajar a El Aaiún?

—La capital saharaui ha vivido en estos días los disturbios más graves en años, y el Gobierno marroquí no quiere que lo veamos. No hace falta estar allí para poder decir que lo que ha ocurrido es gravísimo y que todavía nos quedan muchas cosas por saber. El problema es que comprobar algunos hechos, datos e informaciones a mil kilómetros es complicado. No podemos quedarnos de brazos cruzados. Entiendo, como periodista, que haya compañeros que han entrado en la ciudad. Es nuestra obligación ver lo que ocurre sobre el terreno y no conformarnos con que sean sólo medios marroquíes o aquellos que elige Rabat los que nos informen.

—¿Cómo se ve esto en el exterior?

—Marruecos llama a las puertas de Europa, vende avances democráticos en derechos humanos, en libertad de prensa... La UE ha premiado incluso al país magrebí con un estatuto avanzado que eleva su vecindad con el Viejo Continente hasta cotas que probablemente muchos no soñaban en tiempos de Hasán II. Mientras tanto, al igual que cuando reinaba el padre de Mohamed VI, Marruecos no acepta puntos de vista diferentes de los oficiales en asuntos como el Sahara Occidental, la Monarquía o la religión. Son las conocidas líneas rojas.

—¿Y en España?

—Los corresponsales españoles en Marruecos pedimos la misma libertad que tienen en España los corresponsales marroquíes. Nuestro Gobierno no hace un asunto de estado si los periodistas de la agencia oficial Map u otros medios hablan sistemáticamente de Ceuta y Melilla como ciudades ocupadas, a pesar de que ni un solo país del mundo pone en duda la soberanía española. No me gustaría que se le quitara la acreditación a un informador marroquí por eso. Ahora, ¿acepta España que nos la quiten a nosotros? ¿Por qué no hay una queja oficial cuando nos echan de los aviones que vuelan a El Aaiún? Una queja oficial es compatible con el mantenimiento de unas relaciones prioritarias con el reino alauí.

—Por cierto, libertad de prensa...

—Marruecos no es Argelia ni Libia, pero los avances en materia de libertad de prensa de los que se habla a menudo en Europa no son tales. Los españoles no son los únicos objetivos del acoso. Hay medios locales que también lo sufren, y la delegación de la cadena catarí de televisión Al Yasira acaba de ser cerrada. Esto mantiene a Marruecos en el puesto 135 en el último informe que acaba de publicar Reporteros Sin Fronteras, ocho puestos más abajo que en el anterior.

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