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Finalizan las obras de la Mezquita del Cristo de la Luz

El impacto del nuevo edificio anexo, ahora acristalado, es menor que en el ladrillo inicial que fue demolido tras la polémica que se originó en la ciudad

FOTOS: ANA PÉREZ HERRERA

VALLE SÁNCHEZ

Las obras de la Mezquita del Cristo de la Luz han finalizado tras varios años de trabajos. Los toledanos podrán conocerán el resultado este fin de semana en las jornadas de puertas abiertas que se celebrarán en horario de 10:00 a 18:30 el sábado 13 y el domingo 14.

También se podrá contemplar el edificio anexo, que tanta polémica levantó su construcción en ladrillo y que finalmente ha sido sustituido por cristal. De hecho, el impacto sobre el edificio de la Mezquita, uno de los más bellos de Toledo y el más antiguo en pie de la ciudad, es menor ahora.

En este edificio se prevé ubicar la zona de servicios y taquilla, así como un pequeño centro de interpretación para comprender la importancia del monumento y de los hallazgos realizados durante la intervención arqueológica a través de una maqueta y paneles explicativos.

El arquitecto Francisco Jurado, que participó este martes en la presentación de las obras junto con la concejal Milagros Tolón y el gerente del Consorcio, Manuel Santolaya, ha recordado la polémica que suscitó su colocación y aspecto, en un principio iba ser de ladrillos y finalmente es acristalado, y ha señalado que terminará «mimetizando» con el resto.

Jurado, además, se mostró «orgulloso» de haber podido avanzar en «el complejo rompecabezas de este edificio», aunque ha destacado la necesidad de restaurar la parte cristiana de la mezquita con el fin de «avanzar en la recuperación del patrimonio».

El gerente del Consorcio, Manuel Santolaya, ha explicado que la rehabilitación del edificio se inició en el año 2006 bajo la dirección del arquitecto Francisco Jurado, que ya trabajaba en el monumento desde 1999, y la ejecución de los trabajos a cargo de la empresa Geocisa. Dado que el subsuelo del edificio representaba el problema más grave, por el efecto que el agua provocaba en sus cimientos, gran parte de los medios económicos se destinaron a los trabajos de arqueología, que fueron dirigidos por los arqueólogos Arturo Ruiz y Raúl Arribas.

Sabiendo que la cloaca romana, que se aprecia extramuros debajo de la puerta de Bab al-Mardum, pasaba por debajo del edificio, se pretendía, ya desde el proyecto, desviar a ella toda el agua que afectaba a las fundaciones de la mezquita. Buscando esta cloaca apareció, en enero de 2007, el impresionante pavimento romano de la calle asociada a la misma, calle que, efectivamente, pasa por debajo de la mezquita.

Esto dio un vuelco al planteamiento inicial puesto que, por un lado, se descubrió cuál era la causa del desplome que sufrió la esquina suroeste del edificio en los años 60, la rotura y vencimiento de las losas de granito sobre las que se apoyan las fábricas islámicas, y, por otro, el gran valor arquitectónico y arqueológico que los nuevos descubrimientos aportaban al conjunto y que había que dejar integrados y restaurados para su conservación y contemplación.

La cloaca «se ha excavado, restaurado y puesto en servicio hasta su salida extramuros, casi 50 metros de restos romanos de la etapa alto-imperial (siglo I d.C.) que hoy pueden ser contemplados», ha precisado el gerente.

En lo que respecta al propio edificio de la mezquita, por el exterior se han restaurado sus fachadas así como la inscripción fundacional y, en su interior, se ha intervenido únicamente en la zona islámica, restañado fisuras y grietas, donde se ha procedido a una limpieza y consolidación de los revestimientos de yeso de modo que, los paramentos que hoy se perciben, son los originales del siglo X.

Bajo el ábside se han descubierto unas interesantes estructuras excavadas en la roca, presumiblemente de la etapa romana paleocristiana (s. III d.C.), que se han dejado a la vista con un cerramiento de vidrio, acorde con la significación cristiana de este ábside del s. XII.

Finalmente, el encaje de todos los restos y estructuras que se dejan a la vista y la mejora de los accesos al conjunto, propició en su momento la construcción de una pequeña edificación que resolviera la contención de tierras del jardín y funcionara como pequeño centro de interpretación del conjunto. Este edificio presenta ahora una fachada acristalada enmarcado con superficies de acero cortén, de modo que, sin perder la condición de edificio de arquitectura contemporánea, su aspecto fuera más ligero y más neutro respecto a su entorno. Estos casi cuatro años de obras han supuesto una inversión total de 1.241.505 euros.

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