El fin «de los huevos de oro» en el Mediterráneo
Muchos ayuntamientos de la costa mediterránea no pueden sufragar los altísimos costes de los servicios públicos implantados a raíz del boom inmobiliario
GORKA MORENO
En muchos municipios “hemos matado a la gallina de los huevos de oro”. Las palabras del presidente de Fundicot, Antonio Serrano, ponen de manifiesto las enormes dificultades que padecen muchos ayuntamientos españoles de la costa mediterránea para sufragar los altísimos costes que conllevan los servicios ... públicos básicos implantados a raíz del boom inmobiliario y del modelo de segunda residencia. Una situación espinosa que también afecta al interior del país, “especialmente a las ciudades dormitorio de las grandes urbes como Madrid, Barcelona, Valencia o Bilbao”, y a aquellas localidades de menos de 5.000 habitantes próximas a importantes núcleos urbanos, que han visto cómo el número de viviendas construidas en los últimos años “se ha disparado respecto a las que alberga su casco histórico”.
Tal vez por estos motivos haya llegado la hora de replantear por completo los modelos urbanísticos y de desarrollo territorial del país, que están ya “agotados”, son “insostenibles” y “exigen cambios profundos y realmente complejos”. Los expertos creen que el papel de la Unión Europea en este ámbito es crucial y que urge implantar ya nuevos proyectos de regeneración urbana y territorial para actuar sobre los problemas del transporte, la energía, el cambio climático, la inmigración, la segregación social de las ciudades…
Desde mañana y hasta el próximo viernes, representantes de Comunidades Autónomas, Gobierno Central e instituciones internacionales como la Unesco o algunos de los principales centros de investigación mundial abordarán las nuevas políticas que debe llevar a cabo España en este ámbito dentro del VI Congreso Internacional de Ordenación del Territorio, que se celebra en el Palacio de Congresos y Auditorio de Navarra Baluarte, en Pamplona. Políticas “complejas, que suponen muchos años de trabajo y que hay que llevar a cabo con tiempo y de forma progresiva y constante”, explica Serrano, creador del congreso.
“La inercia del sistema es muy elevada y los cambios requieren inversiones y actuaciones planificadas con tiempo, porque la ciudad no se cambia del día a la noche”, añade el también ex secretario general para el Territorio y la Biodiversidad del Ministerio de Medio Ambiente, que además es catedrático de ordenación del Territorio por la Universidad de Valencia. Durante su trabajo en el Gobierno central, dirigía tres campos fundamentales del ministerio: la gestión del agua, las costas y la conservación de la naturaleza. De hecho, era uno de los hombres fuertes de Medio Ambiente.
Falta de ingresos
A su juicio, el problema probablemente “más grave” afecta a las localidades costeras que tienen escasos habitantes en invierno y que, en cambio, acogen a un gran número de segundos residentes y visitantes durante los meses más cálidos hasta ver multiplicada su población en gran medida. Estas personas pagan el grueso de sus impuestos en el lugar donde tienen fijada su primera residencia y eso está poniendo en graves aprietos a los dirigentes, ya que muchos de estos municipios “empiezan a tener serias dificultades económicas para mantener sus infraestructuras y servicios básicos (alumbrado, alcantarillado, etc.)”, detalla el presidente de Fundicot. El resultado: los barrios de los segundos residentes comienzan a abandonarse y a deteriorarse de una manera importante desde un punto de vista urbano.
Al igual que sucede en el caso de las ciudades del interior, los municipios más afectados son aquéllos que tienen menos de 5.000 habitantes en condiciones normales. “Este tipo de problemas surgieron a finales de los años 90. En muchos casos, el dinero que se ha obtenido a través de la expansión urbanística se ha empleado en aumentar el tamaño de la Administración y en crear nuevos servicios y actividades. Pero al cortarse la expansión urbanística, se han frenado los ingresos y existen graves problemas para cubrir los gastos generados, que se han convertido en gastos de estructura cuando el dinero que llegaba a los consistorios era puntual y no corriente. La mayor parte de los municipios no tiene su economía demasiado saneada y los que han incrementado sus gastos en mayor medida están mucho peor”, critica Serrano.
En la costa Mediterránea el deterioro es mucho más reseñable que en el Cantábrico. Y se ha detectado cómo algunos municipios tratan de salir del atolladero siguiendo la misma dinámica de la “patada hacia adelante”. Es el caso de localidades como “Cullera” o “Torrevieja”, donde ahora se plantea “incrementar las alturas de las edificaciones”. Frente a éstos están las ciudades que buscan soluciones más sostenibles a largo plazo y que intentan regresar a estrategias “basadas en la calidad y la reformulación de los modelos de crecimiento, como es el caso de la bahía de Palma o de algunos municipios de Canarias”.
“Los modelos que se centran en la implantación de hoteles con servicios que aportan un plus de calidad generan un gran valor añadido, mientras que los basados en el modelo de segunda residencia conllevan muchos más costes y tienen efectos más negativos para los ayuntamientos. Hay que definir el modelo turístico que queremos crear en España, ya que en muchos sitios hemos matado a la gallina de los huevos de oro”, concluye.
Esta funcionalidad es sólo para suscriptores
Suscribete
Esta funcionalidad es sólo para registrados
Iniciar sesiónEsta funcionalidad es sólo para suscriptores
Suscribete