De emergentes a preponderantes
Análisis
La reunión preparatoria de este fin de semana en Gyeongju para el G-20 que se celebrará en Seúl en noviembre ha supuesto un avance hacia un nuevo orden económico con mayor peso de las economías emergentes. Poco a poco, parece que estos países se ajustan más al calificativo de preponderantes que al de emergentes, dado su cuota creciente en la economía global y, a la vista está, en los ámbitos de discusión político-económica internacional. Precisamente, la crisis venía precedida por los problemas y distorsiones que la guerra de divisas está generando en la competitividad de muchos países y sus efectos asimétricos sobre los flujos comerciales internacionales. Los países emergentes, con China, India y Brasil a la cabeza, tienen mucho que decir en esta materia.
Casi nada se ha avanzado en esta reunión en lo que se refiere a la resolución de estos problemas cambiarios y todo parece haber quedado en otra declaración de buenas intenciones. Una idea tan vaga y difícilmente creíble como la de que se tratará de «no devaluar las divisas con objetivos competitivos». Será difícil que China o la propia Corea del Sur acepten algún tipo de limitación concreta en este sentido. Como ejemplo, el rechazo a la propuesta de Estados Unidos de imponer una horquilla de límite de déficit comercial en el 4% del PIB.
En lo que a la transferencia de poder a los emergentes se refiere, se trata de ceder dos de los 24 asientos del Directorio Ejecutivo del G-20. Sabemos que los cederá Europa pero no quién. Supone, además, ceder un 6% de los derechos de voto. Probablemente no será la última concesión, dado el peso creciente de las economías emergentes y el menguante de la vieja Europa. Este es el verdadero resultado que de las reuniones del G-20, algo decepcionantes, por otro lado en lo que a coordinación de políticas económicas y a reforma de la arquitectura internacional se refiere. Estas cumbres se están convirtiendo en respuestas políticas a la coyuntura en lugar de en respuesta globales de largo plazo. Ponen bien a las claras, además, la divergencia en el modo en que los distintos países afrontan la salida de la crisis. Eso sí, escenificando la mayor cordialidad posible.
(Catedrático de Análisis Económico de la Universidad de Granada)
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