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Columnas / UNA RAYA EN EL AGUA

Notas para una crisis (de Gobierno)

Se acabaron los mensajes posmodernos de la «democracia bonita» y los mundos de Yupi. Es un cambio conservador

Día 22/10/2010
POLÍTICA versus economía. Zapatero lo ha reconocido sin tapujos: es un Gabinete para desplegar una ofensiva política. Contra la oposición, obviamente, a la que el Gobierno considera prioritario derrotar antes que a la recesión. En economía han tirado la toalla, se trata ahora de buscar la agitación política y mejorar la comunicación de un equipo agotado y agostado. Un cambio de estética y de pulso pensado desde la necesidad de rescatar el proyecto ante la perspectiva de un desastre electoral. Pero el desafío esencial de la nación, que es la crisis social, permanece intacto. Fuera de prioridades.
ETA, al fondo. Descartada la posibilidad de enderezar el rumbo de la economía, el Gobierno tiene puestas todas sus esperanzas en acelerar el fin del terrorismo. Es su única baza en esta legislatura, y el ascenso de Rubalcaba mantiene estrecha relación con ese objetivo. También la presencia en Moncloa de Ramón Jáuregui, una de las mejores noticias de esta remodelación, y un hombre destinado a ponerle ritmo político al nuevo escenario de ¿negociación? o de recomposición del mapa vasco.
La hora de los seniors. El nuevo Gobierno liquida en la práctica el perfil adanista del zapaterismo, encomendándose a políticos maduros procedentes del tardofelipismo. Se acabaron los mensajes posmodernos de la «democracia bonita» y los mundos de Yupi. Ahora el presidente necesita tipos duros y curtidos que proyecten imagen responsable ante un electorado que zozobra por la incertidumbre socioeconómica. En ese sentido, se trata de un cambio conservador que entierra las últimas señas del estilo zapaterista.
Malo para el PP. Aunque Rajoy haya ordenado seguir con la estrategia de énfasis en la necesidad de combatir la recesión y poner de relieve el desgaste de Zapatero, el adversario cuenta con valiosas piezas de refresco. El PP se va a enfrentar a un mago de la estrategia, Rubalcaba, experto en maniobras de intriga y propaganda, y a un toque de rebato y unidad en las filas socialistas. Si no basta para detener la caída, el relevo puede amortiguar la distancia actual en las encuestas y acaso acabar en un cambio de candidato que no beneficiaría las expectativas de vuelco.
La costumbre de mentir. Quizá acostumbrada a la falsedad patológica de Zapatero, la opinión pública ha dejado pasar su enésima mentira: el anuncio —el domingo, sólo tres días antes— de que el reajuste se limitaría a la sustitución del ministro de Trabajo. Mentir se ha convertido para el presidente en una rutina impune. Y llega Rubalcaba…
La cuota líquida. Rodeada de las degradadas Aído y Corredor, Pajín se convierte en la única representante del estilo juvenil del zapaterismo. Pero la cartera asignada se antoja ardua para su falta de currículum. Su presencia en Sanidad constituye una falta de respeto a un sector tan cualificado profesionalmente como el sanitario. Dará grandes minutos de gloria.
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