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Una terapia génica para los casos más graves de depresión

Investigadores estadounidenses demuestran la eficacia del tratamiento génico en ratones

Una terapia génica para los casos más graves de depresión ABC

nuria r. de castro

El mismo contratiempo no deja iguales secuelas anímicas a todas las personas. Mientras la mayoría logra superarlo sin problemas, otros se hunden en la más profunda de las depresiones. La explicación biológica a esta forma de asumir la vida la ha encontrado un grupo de investigadores del Hospital Presbiteriano de Nueva York y es más sencilla de lo que se intuía. La clave de la depresión parece estar en un único gen y en una pequeña zona del cerebr o, no en un intrincado circuito neuronal. El hallazgo no solo ofrece una nueva teoría para la Psiquiatría, sino que abre la puerta a la utilización de terapia génica para corregir los casos más graves de depresión. Los detalles de esta investigación se publican en la revista “Science Translational Medicine”.

El grupo liderado por Michael Kaplitt ha demostrado que depositar una versión corregida del gen p11 en el núcleo accumbens suprime comportamientos depresivos en ratones. Esta zona del cerebro regula el humor, el apetito y es clave en las adicciones. Sólo se ha probado en este modelo animal, pero los investigadores estadounidenses quieren demostrar cuanto antes su efecto en pacientes. A Kaplitt, la terapia génica no le es ajena. Está a punto de publicar los resultados de una investigación con 45 pacientes con párkinson tratados con esta técnica. Y su objetivo es seguir el mismo procedimiento con los pacientes con depresión: utilizar un virus que actúe como el caballo de Troya para introducir en el organismo un gen corrector.

En el experimento con ratones, primero desactivaron el gen p11 para comprobar que los animales se comportaban de una manera depresiva con test que permiten evaluar su motivación. Tras el tratamiento con terapia génica, la técnica devolvió el comportamiento de los roedores.

Después, los científicos del hospital neoyorquino buscaron un paralelismo en pacientes. Estudiaron el tejido cerebral de personas fallecidas con historial de depresión con otros sin problemas anímicos. Comprobaron que los niveles de p11 en el cerebro de los pacientes deprimidos eran significativamente más bajos, lo que confirma sus sospechas.

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