Culto a la montaña sin Contador

Contador fue el eje sobre el que giró la presentación de la edición de 2011. A él le dirigió unas palabras el hombre fuerte del Tour, Christian Prudhomme. "Ser sospechoso no significa ser culpable" , dijo uno de los tipos implacables con el dopaje, uno de los que más ha peleado por la transparencia y la limpieza en el ciclismo, aun a costa de cargarse su propio monumento, el Tour.

El Tour 2011 levantó el telón con la incógnita sobre el futuro de Contador y enseñó su perfil. El diseño de siempre con ligeros matices. No hay prólogo y vuelve la contrarreloj por equipos , a la que Armstrong se quiso agarrar este año en su imposible conquista del octavo Tour. Y los seis finales en alto honran la memoria del macizo más añejo y reluciente de los Alpes, el Galibier, que cumple cien años. La carrera comenzará surcando el pasaje de Gois, la carretera submarina que aparece y desaparece según la marea y los ciclos lunares.

La montaña será suculenta por variada y prolífica. El suave Super Besse en el Macizo Central, los tremendos Luz Ardiden y Plateau de Beille en los Pirineos , el largo ascenso a Pinerolo en la frontera con Italia, la llegada a la cómoda estación de Serre Chevalier y el siempre imponente Alpe d'Huez . Mucha montaña y el Galibier protagonista. Se escalará dos veces en el tránsito alpino por sus dos vertientes, el interminable flanco oriental y el corto trayecto desde el Lautaret.

El Galibier supondrá el último paso antes de la presunta contrarreloj decisiva en el cierre , 60 kilómetros a las puertas de París. La organización invitará a veinte o veintidós equipos en función de su gusto. Allí estará el saxo Bank, que ha confirmado su continuidad en el pelotón, esté o no Contador en sus filas. La UCI y la AMA tienen la palabra. El Tour 2011 está hecho a la medida del ausente.