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Los dos aeropuertos de París solo disponen de combustible hasta mañana

Los sindicatos franceses mantienen su apuesta con una nueva jornada de manifestaciones

AFP

JUAN PEDRO QUIÑONERO

Las reservas de queroseno del aeropuerto parisiense de Roissy Charles de Gaulle, el principal del país, durarán sólo hasta el lunes por la noche si no se desbloquean las refinerías que mantienen cerradas los sindicatos, dijo ayer un portavoz oficial.

El movimiento que encabezan los trabajadores de las refinerías sigue secundado por los ferroviarios, que mantienen paros en los trenes, así como por los camioneros, que han iniciado movimientos de bloqueo en numerosas carreteras.

Aquí también los sindicatos libran la batalla. Están parados los depósitos de gas natural y muchos de los puertos de mercancías del país. La ministra de Economía, sin embargo, es optimista, y ayer anunció que no habrá desabastecimiento.

La «guerra» contra la gran reforma del sistema nacional de pensiones de Nicolas Sarkozy entra en su fase decisiva. Los sindicatos más radicales avanzan el arma estratégica de la penuria nacional de combustibles pero, en realidad, las repetidas jornadas de huelga nunca han conseguido paralizar a Francia. Las manifestaciones dejaron ayer de crecer, aunque los estudiantes de bachillerato y los camioneros lanzaron nuevas amenazas.

Los sindicatos habían anunciado una escalada del movimiento, pero las cifras de las diversas fuentes sugieren que hay un relativo estancamiento en la protesta. En toda Francia hubo ayer entre 825.000 y 3.000.000 manifestantes, según la cifra la diera el Ministerio de Interior o los sindicatos. Ese cómputo cruzado sólo sugiere un relativo estancamiento de las manifestaciones, y varios medios han comenzado a criticar las cifras sindicales.

También «Mediapart» (un medio de la izquierda radicalmente hostil a Sarkozy) ha cifrado por su cuenta las manifestaciones de las últimas semanas. Y sus cifras son siempre muy inferiores a las avanzas por los sindicatos y por la Policía. Según «Mediapart» y «Le Figaro» (conservador), los sindicatos vienen inflando las cifras de manifestantes.

La crisis se agrava, por el contrario, en el frente más inflamable, amenazante y estratégico: la huelga en las refinerías, que comenzó mucho antes de las protestas contra la reforma del sistema nacional de pensiones. Las distintas fuentes hacen análisis enfrentados del alcance de la crisis. La Dirección General del Transporte Aéreo afirma que los aeropuertos parisinos de Roissy (Charles de Gaulle) y Orly tienen reservas de queroseno «hasta el lunes por la noche». Christine Lagarde, ministra de Economía, declara: «No hay que perder los nervios. Tenemos reservas, No habrá desabastecimiento de carburantes».

Las empresas oscilan entre la prudencia y la información escueta. Total afirma que «sólo» unas 250 o 300 de sus 4.000 gasolineras, en toda Francia, tienen algunos problemas de abastecimiento, como consecuencia de la inquietud de los automovilistas, que se han apresurado a tomar precauciones para evitar riesgos.

Los portavoces sindicales se muestran mucho menos conciliadores y más agresivos. Charles Foulard, coordinador sindical, declara: «Vamos a endurecer el bloqueo de las refinerías. No pararemos hasta conseguir lo que queremos. Vamos a extender el movimiento. Los camioneros se van a sumar al movimiento».

Rumbo imprevisto

La movilización de los camioneros, a partir de este lunes, puede dar un rumbo imprevisible al conflicto. Hasta ayer, sindicalistas y fuerzas del orden se observaban a cara de perro en las inmediaciones de las refinerías. Los pesimistas temen una crisis de aprovisionamiento. Los optimistas esperan que el Gobierno cumpla su palabra y asegure los suministros de queroseno y gasolina en aeropuertos y gasolineras.

Ya se sabe que los aviones de las compañías francesas han sido invitados a repostar en el extranjero, antes de regresar a los aeropuertos naciones. Fuerzas del orden especiales están en estado de alerta, para poder intervenir y liberar los puntos estratégicos que pudieran amenazar el suministro a los aeropuertos. Prudente, el Gobierno calla las posibles acciones que pudieran tomarse, lunes y martes, para asegurar la distribución y abastecimiento de productos petrolíferos, cuyo corte es el arma estratégica final de algunos sindicatos.

Los sindicatos más radicales (FO, CGT y Solidaires) esperan prolongar indefinidamente la crisis. Los sindicatos menos radicales (CFDT y UNSA) parecen menos dispuestos a embarcarse en una guerra sin fin. Hasta hoy, los llamamientos a huelgas ilimitadas no han tenido ningún éxito. Hay perturbaciones en los transportes públicos, sin llegar a crisis espectaculares.

Hay convocada una nueva jornada de huelgas y manifestaciones el martes. El miércoles, la reforma debiera ser aprobada en el Senado. Una vez aprobada la Ley, los sindicatos deberán decidir si seguir la prueba de fuerza o buscar una salida a la crisis.

La lluvia y el frío fueron las excusas esgrimidas por los sindicatos para explicar que la movilización no fuese ayer a más, aunque las centrales aseguraron que hubo unos tres millones de personas en las calles, cifra que el Gobierno baja a unas 800.000.

Un grupo de ecologistas cortaron ayer la carretera de acceso de una gran refinería de petróleo al este de Londres para impedir que los camiones cisterna distribuyan el combustible.

Las conexiones internacionales no están garantizadas, incluidas las de

España, y sólo circularán dos de cada tres trenes de larga distancia previstos para hoy. En las provincias la situación es más complicada y se han anulado tres de cada cuatro trenes interprovinciales de alta velocidad.

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