Vinagre y rosas

Con 25, el ex beatle, George Harrison, lo premió con 5 libras por tocar para él en su cumpleaños. Parodió «Con su bikini» el tema de Bob Dylan «Man Gave Names To All The Animals», ganándose el veto del estadounidense y conversó durante cinco horas con Fidel Castro. A principios de los 80 ya andaba con «Malas compañías» y jugaba a la «Ruleta Rusa». Los 90 empezaron con «Mentiras Piadosas» y, para llegar a sus «19 Días y 500 Noches», pasó antes por tener «Enemigos íntimos» y gritarle al mundo «Esta boca es mía». En el siglo XXI un Sabina más maduro grabó en directo «Nos Sobran lo Motivos» y se enfundó los guantes de boxeo para «Dímelo en la calle».

Provocador nato, sintió el «Alivio de luto» en 2005. Durante tres décadas, el gran Joaquín Sabina se labró una de las carreras artísticas más exitosas de la música en español. Quince discos de estudio y una docena de libros son la evidencia de un poeta que canta sus versos. No tiene límite para la inspiración de sus letras. Desde Dylan hasta Violeta Parra, pasando por Georges Brassens, Pablo Neruda, Rafael Alberti o Jorge Manrique. Sin olvidar, por supuesto, a Quevedo, a quien le debe que su vida no sea menos importante que su obra.

Cuatro años sin canciones de Sabina produjo un silencio demasiado largo para muchos. En 2009, el cantautor regresa a las listas de ventas con 13 temas inéditos y un bonus-track recopilados en el álbum «Vinagre y rosas», trabajo que en abril de ese mismo año ya se colgaba el tercer disco de platino. En «Tiramisú de limón», primer single de «Vinagre y rosas», Sabina no está solo.

Por primera vez, las palabras del poeta se acompañan con la música del dúo Pereza, creando una unión explosiva, difícil de olvidar. Primeras notas con un cierto aire porteño que ascienden hasta convertirse en el sonido potente y compacto que otorga el rock. El acordeón de César Pop y unos coros en los que aparecen Joan Manuel Serrat, Guti, Pancho Varona y Antonio Gª de Diego ponen el guinda a versos en los que Sabina confiesa «hice un solo desafinado con las cenizas del amor, las verbenas del pasado gangrenan el corazón».

A excepción de «Tiramisú de Limón» y «Embustera», con Pereza en la producción, todas las pistas de «Vinagre y rosas» han sido producidas por Antonio Gª de Diego, Pancho Varona y José A. Romero; equipo musical habitual de Sabina, amigos inseparables y compañeros. El álbum se publica simultáneamente en dos formatos diferentes. Una edición Libro-Cd con dibujos y textos del propio Sabina y en edición CD estándar.

Tras casi un lustro y coincidiendo con la publicación de «Vinagre y rosas» el 14 de noviembre de 2009 Sabina comenzó en Salamanca, la gira de presentación del álbum. Las entradas se agotaron en 5 días, lo que obligó al artista a programar una segunda actuación al día siguiente. Casi un año después, el de Úbeda llegará el próximo 9 de octubre al Multiusos Fontes do Sar para sumarse a la celebración del Año Santo, de la mano del Xacobeo y Caixa Galicia.

Tres horas de concierto en las que Sabina, además de dar a conocer su reciente trabajo, realiza un repaso por su grandes éxitos discográficos. La gira «Vinagre y rosas» devuelve al cantautor que siempre deja su huella personal en sus notas. En este caso, Sabina lanza sus dardos en contra de la telebasura y de la prensa rosa con frases como «Me sentí como Belén Esteban a la puerta del Museo del Prado» o «Mi madre, derrotada en el sillón, se marchita viendo Sálvame».

En otras épocas, diversas experiencias le sirvieron de fuentes de inspiración. En los 70, el libreto de canciones «Memorias del exilio» nacen de su destierro en Londres durante la dictadura. A su vuelta a España el artista se instala en Madrid y empieza a frecuentar el pequeño círculo de bares madrileños hasta unirse con Javier Krahe y Alberto Pérez en el sótano de «La Mandrágora». A mediados de los años 80 participó en las fiestas a favor de un referendum para la salida de España de la OTAN y, es en 1987 cuando se consolida su éxito musical gracias a las más de cuatrocientas mil copias vendidas de «Hotel, dulce hotel».

Uno de los capítulos más difíciles lo vive Sabina en 2001, cuando sufre un leve infarto cerebral del que sale sin secuelas físicas pero con una manifiesta depresión. A partir de este momento, el poeta cambia su visión de la vida. Medalla de Oro al Mérito en las Bellas Artes, Medalla de Oro de la Ciudad de Madrid, Sabina tiene mucho que contar y miles de oídos dispuestos a escuchar la voz de este maestro de la palabra.