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«Mono Jojoy», el número dos de las FARC, cae en un ataque aéreo

La desaparición del «terror de Colombia» es el primer gran resultado en la Presidencia de Santos

REUTERS

ALEJANDRA DE VENGOECHEA

El lugar donde murió Víctor Julio Suárez, alias «Jorge Briceño» o «Mono Jojoy», el comandante militar de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC), es quizás uno de los más bellos de Colombia. Enclavado sobre la Serranía de la Macarena, en la mitad de una selva de todos los verdes, está Caño Cristales, el río de los cinco colores, que pocos conocen porque ahí se refugiaba «el terror de Colombia», como era conocido el número dos de esta guerrilla.

La muerte de «Jojoy», de 60 años, es un gran golpe al corazón de las FARC no sólo porque pertenecía a su secretariado, como se llama l núcleo de mando del grupo rebelde, sino porque en él se concentraba toda la estrategia militar. Fue «Jojoy» quien se inventó, por ejemplo, los secuestros a personalidades políticas como mecanismo para presionar las negociaciones y el espacio político. Su muerte, y la de decenas de rebeldes que formaban parte de su círculo de seguridad, es el primer gran resultado para el presidente

Juan Manuel Santos.

Matarlo tomó tiempo, dinero, estrategia. En una rueda de prensa, el ministro de la Defensa, Rodrigo Rivera, contó detalles de una operación que el presidente, Juan Manuel Santos, tildó de histórica. «Él («Jojoy») es el símbolo del terror que tanto daño le ha hecho a nuestro país. Simbolizaba el terror, la violencia. Por eso creo que es el golpe más contundente que se la ha dado en la historia. Esta es la Operación Bienvenida que les habíamos anunciado a las FARC», dijo Santos. Como ministro de Defensa de su antecesor, Álvaro Uribe (2002-2010), Santos fue responsable de otros operativos donde murieron importantes cabecillas, como el «canciller» de las FARC, alias «Raúl Reyes», asesinado en 2008 en la frontera ecuatoriana.

Según Rivera, a pesar de que «Jojoy» fue una obsesión para Santos desde que era ministro, sólo hasta esta semana los altos mandos militares supieron que estaban realmente cerca, en buena parte porque «Jojoy»estaba muy débil:

sufría de diabetes y pese a contar con túneles, pasadizos de escape y muchos hombres, el cerco de las FF.AA. le impedía el acceso a la insulina, medicamento vital. Decidieron bautizar la operación «Sodoma», en alusión a la ciudad bíblica que terminó siendo maldita porque allí sucedían todo tipo de aberraciones, como las que hizo «Jojoy».

Tras casi un año de espionaje, el lunes pasado, antes de salir hacia la Asamblea General de la ONU, en Nueva York, Santos dio la orden de entrar en la zona. El miércoles por la madrugada arrancó la operación. «Llegamos a la madre de todos los campamentos de las FARC, un campamento de más de 300 metros de longitud, un búnker en concreto en el que se refugiaba este terrorista. Tenía túneles y áreas de escape para burlar la acción de la fuerza pública. Señor presidente, hemos llegado a la guarida de las FARC», le dijo el ministro de Defensa a Santos durante la rueda de prensa.

Tanja Nijmeijer

En la

operación participaron más de 30 aviones, cerca de 27 helicópteros. Fueron nueve combates que aún continúan. Fuentes del Ministerio de Defensa dijeron a este diario que entre los 20 guerrilleros abatidos, podría estar Tanja Nijmeijer, la rebelde holandesa que acompañaba a «Jorge Briceño» desde hace varios meses.

«Jojoy», por quien el Gobierno de EE.UU. pedía cinco millones de dólares de recompensa, era uno de los hombres más odiados por los ex secuestrados. Fue él quien se inventó canjearlos por centenares de rebeldes presos. Él los enjauló, los encadenó, les hizo perder décadas de sus vidas en la selva. La decena de libros publicados por ex secuestrados, entre ellos «No hay silencio que termine», de Ingrid Betancourt, no dudan en catalogarlo de sanguinario, visceral, un hombre a quien no le temblaba el pulso si mataba de un tiro en la sien. Tanto que cuando murió «Manuel Marulanda», el máximo líder, y las FARC debían nombrar un sucesor, el elegido fue «Alfonso Cano»,

intelectual y pacifista. «La muerte de “Mono Jojoy” da esperanza al proceso de paz», dijo ayer Betancourt desde Washington, donde se encuentra promocionando su libro. «No está claro que eso ayude, sin embargo, al resto de los rehenes en poder de la guerrilla», agregó en referencia a decenas de militares que aún están secuestrados.

Quizás por esa certeza de que Santos pasará a la historia como el presidente que le dio el golpe estratégico más letal a las FARC, esta semana la guerrilla más antigua del continente habló de diálogo. Habrá que ver.

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