Chávez dirige personalmente la campaña electoral en Venezuela
El presidente desafía a la oposición y acapara todo el protagonismo ante las legislativas del próximo domingo
El presidente venezolano Hugo Chávez ha convertido en un auténtico plebiscito las elecciones legislativas del próximo domingo 26. Es tanto su afán por figurar que dirige la campaña personalmente. Sus fotos propagandísticas, incluidas las máscaras de látex de su rostro, aparecen en todos los rincones del país, nublando a los candidatos de su propia organización, el Partido Socialista Unido de Venezuela (PSUV).
«Mi casa está forrada con las fotos de Chávez. Lo tengo hasta en la sopa y en el baño. Lo amo, me gusta como habla», declaró a ABC una secretaria de 28 años en la oficina del ex alcalde del Municipio Libertador de Caracas, Freddy Bernal, cuya adoración por el Jefe de Estado la ha llevado al extremo de colgar su fotografía en un letrero de «Prohibido fumar en esta sala», o en un reloj colgado en la pared.
Esos recursos del Estado venezolano, utilizados sin límites por el mandatario en las cadenas de radio y televisión, propaganda política y logística, le sirven no sólo para promover a sus candidatos, sino también para abonar el terreno de las próximas elecciones presidenciales de 2012. Pero también sirven para mostrar el ventajismo chavista, la desproporción y desventajas con que se ha enfrentado la oposición en todos los procesos electorales de los últimos doce años, que hasta ahora los ha ganado en un 90 por ciento el presidente, para legitimarse en el cargo a pesar de los fraudes denunciados.
165 diputados
Las próximas elecciones, en las que se va a elegir a 165 diputados para la Asamblea Nacional y a otros 12 diputados del Parlamento Latinoamericano, han despertado la atención de la opinión pública nacional e internacional. Son unas elecciones cruciales, ya que lo que está en juego son dos modelos políticos antagónicos, dos sistemas: el socialismo-comunista versus la democracia-capitalista.
En estos comicios el presidente Chávez se enfrenta a su propio desgaste y al descontento social que han generado su gestión pública y la radicalización de su revolución. Su enorme popularidad ha sufrido una erosión significativa en los últimos dos años, al punto de caer entre un 35 por ciento y un 37 por ciento, según los sondeos.
Diversos conflictos internos están pasando factura a su popularidad. Entre otros, las expropiaciones de fincas y empresas, que han tumbado la producción nacional agropecuaria y manufacturera, y aumentado la desinversión y el desempleo a un 11 por ciento; la inflación del 20 % en lo que va de año (la más alta de América Latina); y la inseguridad, que en 2009 registró 19.113 homicidios, según las cifras oficiales.
Igualados en las encuestas
Además la corrupción se ha tragado cuantiosos recursos que debían haberse utilizado para el desarrollo y para las obras sociales. El escándalo «Pudreval» —la petrolera estatal que importó de los países aliados alimentos podridos que reventaron con su hedor en todo el país—, llevó a la pérdida de más de 2.000 millones de dólares. También el colapso del Metro de Caracas, para cuya rehabilitación y mantenimiento Hugo Chávez aprobó un contrato de 1.863 millones de dólares para un consorcio español, que no ha reparado todavía ni el primer vagón.
Pero Freddy Bernal, candidato chavista por la capital, Caracas, sostiene que «lo que está en juego son dos modelos: el capitalista y el socialista». Bernal afirmó a ABC que «él no es comunista», aunque promete que profundizará en las leyes socialistas, como la de las comunas.
La mitad de las encuestadoras favorece a Chávez en las elecciones y la otra mita a la Mesa de la Unidad Democrática (MUD), que agrupa a una treintena de partidos y organizaciones políticas de la oposición. Coinciden en dos y tres puntos de diferencia, a favor y en contra, por lo que puede decirse que hay un empate técnico entre los dos bandos.
Aun así, el sistema electoral venezolano, hecho por los chavistas hace un año, favorece al oficialismo porque no se rige por la proporcionalidad del electorado. De manera arbitraria el gobierno estableció 87 circunscripciones para elegir a 110 diputados por circuitos y a 55 diputados por listas. En las zonas rurales, donde el chavismo es muy fuerte, basta obtener 20.000 votos para ser diputado, mientras que en las ciudades hacen falta entre 150.000 y 200.000 votos.
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