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FESTIVAL DE VENECIA

Schnabel, Murakami y otros artistas de moda

Tran Anh Hung presentó la adaptación al cine del libro «Tokio Blues»

EFE

E. RODRÍGUEZ MARCHANTE

El primer lote de películas a competición venía atravesado por una rebosante ambición artística y detrás de los nombres de Haruki Murakami, Julian Schnabel o Ascanio Celestini.

Una película japonesa, dirigida por el vietnamita Tran Anh Hung, basada en la novela «Tokio Blues», de Murakami; la mirada caótica y algo pueril del pintor Schnabel al eterno conflicto entre Palestina e Israel, en «Miral», y Ascanio Celestini, un curiosisimo tipo de esos que da de vez en cuando la escena italiana y que se expresa a lo ancho y a lo alto, en la escritura, en el teatro, la música..., ahora hace su primera película, «La oveja negra», una explosión de verborrea y de ideas dichas en «off» sobre una historia de locos...

Probablemente, el asunto del día era lo de Murakami; en realidad, lo de Tran Anh Hung, el director, que cae sobre «Norwegian Wood» (Tokio Blues), la más celebre novela del escritor japonés de moda con toda su vocación estética y su pulsión romántica. La película se tuerce pronto y se convierte en una pasarela en la que los personajes se recrean en sus amores, sus desgracias y sus tópicos, con una puesta en escena tan recargada y cursilona como la historia en sí. Consigue el director, en cambio, atrapar ese tempo lento, desanimado, del melodrama y algunos buenos instantes de pasión callada, y esas cosas, pero los 133 minutos que dura se acaban pegando a la suela de los zapatos a pesar de la sugestiva presencia de Rinko Kikuchi.

Más pretensión, incluso, que la de Tran Anh Hung tenía la cámara de Julian Schnabel, que se esfuerza como un colibri en pararse aleteando delante de las cosas y que ensaya todo tipo de filtros, objetivos y demás para enrarecer o recomponer lo de delante... «Miral» es una joven palestina que interpreta ese efecto especial llamado Freida Pinto, y es un personaje atrapado en esa franja de eterno conflicto entre árabes e israelíes. Schnabel recoge la historia que cuenta de la novela de una escritora palestina, Rula Jebreal, y abarca toda la segunda mitad del siglo XX. «Miral» desfallece en la duda de si es tragedia o melodrama, y a causa de un tratamiento muy superficial y tópico de una guerra inabarcable, y quizá lo más interesante de la película sea el interés que pone el propio Schnabel en atrapar algo que probablemente desconoce, pero se vuelca filmando bodas, entierros, reuniones, abusos...

En cuanto a «La pecora nera», de Celestini, francamente, seguirla era como seguir a una avispa en un campo de amapolas. Va a su aire, recuerdos, realidad, locuras..., como si dijéramos una especie de fellinismo o kusturiquismo sin fanfarrias ni tambores, y con una voz en «off» imparable, frondosa y pesadita como la de algún comentarista futbolero.

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