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Columnas / AD LIBITUM

Más legumbres que chuletas

Los grandes trazos del cambio que anuncia Rajoy suenan bien: menos impuestos, menos deuda y menos gasto público

Día 24/08/2010
OSCURO e incierto, como a Witiza le ocurría con su reinado, se le presenta el otoño a José Luis Rodríguez Zapatero. A pesar de ello, el presidente del Gobierno, lejos de prospectar el futuro en el ejemplo de quienes, como Angela Merkel, se enfrentan decididamente al incómodo presente de la crisis económica y las tribulaciones del paro, trata de encontrar en el pasado, en las seseras descubiertas en Atapuerca, la inspiración con la que aliviar sus males que, por desgracia, son también los nuestros. Fue precisamente allí, junto a los yacimientos arqueológicos que cultiva Juan Luis Arsuaga, en Ibeas de Juarros, donde los Reyes Católicos mandaron sembrar los plantones de alubias que Cristóbal Colón les trajo de América y bueno sería que, entre cráneos y tibias, húmeros y peronés, Zapatero repare en las judías. Un poco por la salud que aporta la dieta mediterránea y un mucho porque, a la vista de la situación, nos espera un curso con más legumbres que chuletas. La crisis aprieta, el paro no desciende y suenan los clarines de alarma cuando en los lugares de veraneo, en el corazón de agosto, se ven los paseos y las playas a rebosar de gentes ociosas y, en penoso contraste, los chiringuitos playeros a media ocupación y los bares próximos a menos de media.
Mariano Rajoy, para arrimar el ascua de las esperanzas a la sardina de su proyecto político, anunció este fin de semana las grandes líneas de actuación que pondrá en marcha si llega a La Moncloa. Se centran en la triple idea de menos impuestos, menos deuda y menos gasto público. Tiene razón el líder del PP cuando dice que la situación actual requiere un «cambio total». Los grandes trazos del que anuncia —letra gorda— suenan bien. Claro que la realidad que afecta a los ciudadanos es la que se escribe con letra pequeña, la que expresa los detalles menores, incluso mínimos, que convierten en activo a un parado de larga duración o le redondean la cuenta a una viejecita con pensión raquítica.
Zapatero tiene ahora por delante un cúmulo de problemas, desde una difícil huelga general hasta un Presupuesto imposible pasando por la inquietante «operación rescate» como la que pretende devolverle a José Montilla lo que, del Estatut, se llevaron los vientos del Tribunal Constitucional. El problema de Rajoy es único. Cómo conseguir que, contra lo que enseña la experiencia electoral de toda Europa en el último medio siglo, un aspirante con más del 80 por ciento de rechazo en las encuestas de aceptación de los líderes políticos, pueda invertir el signo de la costumbre y llegar, con la mayoría suficiente, a presidir el Gobierno.
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