Rumanía y Bulgaria tachan de xenófoba la expulsión de gitanos
La decisión de París, «basada en criterios étnicos, es una medida antieuropea»
Indignación y preocupación ha provado en Bucarest y Sofía la decisión del Gobierno francés de repatriar, a partir de hoy, a 700 gitanos de nacionalidades rumana y búlgara que se encuentran en Francia en situación irregular o que han cometido delitos menores. El Gobierno rumano ha advertido al galo sobre la posibilidad de que esto pueda generar una expulsión colectiva de población gitana, «basada en criterios étnicos». Mientras que en Bulgaria, ante el silencio de las autoridades del gobierno y de los partidos, son las ONG y los medios informativos los que han levantado la voz contra la decisión de París, calificándola de «antieuropea».
«Expreso mi inquietud sobre los riesgos de una escalada populista y reacciones xenófobas en medio de una crisis económica como escenario de fondo» declaró ayer en una entrevista para la emisora Radio France Internationale el ministro de exteriores rumano y ex embajador en Paris, Teodor Baconschi. En su opinión es necesario mantener «la lucidez y ver qué podemos hacer juntos», dijo.
Baconschi advirtió además que el intercambio de acusaciones y la criminalización colectiva de de grupos étnicos, lleva a resucitar «alguno de los recuerdos menos agradables. Y en lugar de encontrar soluciones estaremos generando tensiones». Ya el cotidiano «The New York Times» en su portada del martes hacía referencia a esos «recuerdos menos agradables», aludiendo al exterminio nazi de la población gitana durante la II Guerra Mundial al referirse al desmantelamiento de 51 campamentos gitanos en Francia.
Vuelva usted mañana
El jefe de la diplomacia rumana insistió así en la necesidad de establecer una cooperación real entre París, Bucarest y Bruselas «sin fiebre electoralista», para resolver el problema de la pobreza y la falta de oportunidades que afecta a esta minoría étnica.
Mientras Baconschi exhortaba al Elíseo a respetar «la legalidad en cada una de las expulsiones», las asociaciones de derechos humanos de Bulgaria levantaban su voz en defensa de este grupo étnico. Krassimir Kanev, presidente de la sección búlgara del Comité de Helsinki, manifestó ayer su preocupación «por el hecho que esta medida se aplique contra un grupo étnico».
Kanev agregó que «es una idea absurda expulsar personas en el interior de la Unión Europea». En efecto, los ciudadanos búlgaros y rumanos, es decir, los 79 gitanos que París ha embarcado hoy a Bucarest, pueden legalmente regresar a Francia inmediatamente después de su llegada al aeropuerto de la capital rumana. No necesitan visados y pueden permanecer en Francia o en cualquier otro país de la UE, hasta tres meses sin establecer residencia y exentos de razones de trabajo o estudio. Ilona Tomova de la Academia búlgara de Ciencias sostiene que no puede entender cómo «un país símbolo de la democracia, contribuye de esta forma a la estigmatización de los gitanos».
Por su parte el cotidiano búlgaro «Sega» recuerda que ni Rumanía ni Bulgaria poseen los instrumentos legales para evitar que la población gitana circule por Europa, a no ser que «se retorne a la época comunista, con la exigencia de visados de salida». Se estima que en Rumanía viven entre medio millón y 2,5 millones de gitanos o rom como se llaman a sí mismos en esta parte de Europa. En Bulgaria viven unos 800.000, mientras que en Francia alrededor de 400.000, de los cuales el 95 por ciento poseen la nacionalidad francesa.
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