Ópera, pasión y celos
Anna Netrebko y su marido Erwin Schrott hacen jugosas revelaciones sobre su vida de pareja, donde la realidad supera la ficción operística
SUSANA GAVIÑA
la ópera se nutre de argumentos protagonizados por historias de amor, pasión, celos y venganzas. Historias que los cantantes deben hacer suyas sobre el escenario, pero que a veces se trasladan a su propia vida personal. Ése parece ser el caso de la soprano rusa ... Anna Netrebko y su marido, el barítono Erwin Schrott, como acaban de revelar en una jugosa entrevista —la primera que ofrece conjuntamente la pareja—, que aparece hoy publicada en la revista austriaca «News». De imponente presencia y carismática actuación, la soprano rusa, que formó durante varias temporadas junto al tenor mexicano Rolando Villazón una de las pareja artísticas más mediáticas, ha vuelto a Salzburgo para interpretar «Romeo y Julieta» de Gounod, título que tuvo que cancelar hace dos años a causa de una maternidad que sorprendió a muchos. También ha vuelto a la ciudad de Mozart su marido, y padre de la criatura, pero con otro título, «Don Giovanni». Esto ha permitido a ambos cantantes hacer coincidir sus agendas, no siempre fáciles.
«Si no estamos juntos nos sentimos mal», reconoce Netrebko en declaraciones que recogía ayer la agencia APA. «Intentamos pasar todo el tiempo que podemos juntos. A veces tomo un avión para estar con ellos (Anna y su hijo Tiagos), aunque solo sean durante cinco minutos», añade Schrott. Y es que al parecer ninguno de los dos lleva demasiado bien la distancia, lo que ha provocado numerosas escenas de celos que han terminado en algo más que palabras, como demuestra una pequeña venda en una de las manos del barítono, según apunta el periodista de la agencia APA. Algo que no se puede apreciar en las fotografías, pues Schroff aparece con las manos enfundadas en los bolsillos . «Me ha mordido, lo hace siempre», confiesa sin darle importancia el barítono. Pero ya sabemos que lo bueno de las peleas son las reconciliaciones. «A veces luchamos, pero a cambio, después nos amamos mucho más», matiza Netrebko. Si bien en otras parejas la rivalidad artística puede ser un foco de problemas, en el caso de la soprano rusa y el barítono uruguayo, descendiente de españoles, no es así. «Yo soy el mayor fan de Anna, su profesionalidad me ayuda en mis ensayos».
Una filosofía que parece no compartir Roberto Alagna, a tenor de las declaraciones realizadas por su ya ex esposa, Angela Gheorghiu, en el Corriere de la Seratras su separación. «Yo vengo de una familia en la que era tratada como una princesa; sin embargo, en la suya, los hombres no soportan que las mujeres tengan éxito. Cuando yo grabé “Butterfly” en CD, él desapareció durante diez días, y luego quiso verificar si yo le había engañado», afirma la diva, que deja claro que no tiene novio, aunque no puede poner la mano en el fuego por la fidelidad de Alagna.
La hasta hace poco idílica pareja se divorció con un agrio intercambio de declaraciones. Pero no siempre fue así, al menos en apariencia. La soprano rumana y el tenor franco-italiano se casaron sobre el escenario del Metropolitan neoryorquino, en 1996, en una ceremonia oficiada por el entonces alcalde de Nueva York, Rudy Giuliani. Atractivos y caprichosos, su amor no ha sobrevivido, sin embargo, a los constantes viajes ni a las diferencias personales y artísticas. «Hice todo lo que estuvo en mi mano para salvar este matrimonio, pero nosotros ya habíamos sufrido otra crisis en 2003... Yo no quería hacer “Aida” o “Cyrano”, ése no es mi repertorio...», explica la soprano que desvela cómo los problemas profesionales interfirieron en su relación, pero también los familiares. «Roberto estaba triste porque yo no quería tomar parte en los montajes dirigidos por sus hermanos. Él tiene mentalidad de clan y la mía es completamente distinta...»
Provocar a la diva
Pero la escenas, y «escenitas», de pasión y celos, de amor y desamor, son tan antiguas como la historia de la ópera. Sin ir demasiado lejos en el pasado, viene a la memoria el tándem profesional formado por Maria Callas y el tenor Giuseppe di Stefano, que tuvo lugar en el ocaso de sus carreras. Juntos realizaron la que sería la última gira y la última actuación pública —en Japón— de la soprano griega. Rotos los lazos con Aristóteles Onassis, Callas mantuvo un romance con el tenor italiano. Durante la gira, que tuvo lugar entre 1973 y 1974, la pareja mantuvo una relación «tempestuosa» tanto dentro como fuera del escenario, según relata Robert Sutherland en su libro «Diarios de una amistad», publicado en 1999, en el que habla de su relación con Di Stefano. Según el periodista, el tenor generaba discusiones con la soprano antes de salir a escena porque pensaba que de esa manera «ella cantaba mejor, aunque lo que le provocaba realmente era un innecesario estrés».
Quienes han tenido acceso directo a los diarios de la diva, afirman que ella realmente nunca sintió un verdadero afecto por el cantante. El 26 de junio de 1975 escribía: «Estoy trabajando mucho porque este año tengo que ser o mucho mejor o nada... Sigo con Pippo Di Stefano. No encuentro a nadie mejor». Callas dio por terminada su relación en 1976 tras la muerte de su gran amor, Onassis. «La relación que tenía ha terminado definitivamente. Solo me queda recuperar las pertenencias que tengo en su casa de San Remo, pero no quiero hacerlo», le escribió en una carta a su padrino. Con esta relación la soprano quiso demostrar al naviero que todavía era alguien deseable.
Más recientes son los matrimonios de la soprano Daniela Dessi con el barítono Giuseppe Sabbatini, otra relación de alto voltaje. Se divorciaron, y la cantante repitió profesión pero cambio de registro: se casó con el tenor Fabio Armiliato, con el que comparte escenario siempre que puede (los hemos podido escuchar en el Real en «Tosca»). Entre nuestros intérpretes nacionales, podemos mencionar el caso de la soprano Ainhoa Arteta, a quien no le salió muy bien su boda con el barítono norteamericano Dwayne Croft. La felicidad no duró mucho. La inesperada ruptura fue un duro golpe para la soprano vasca, que la mantuvo alejada de los escenarios durante un año. Actualmente está casada con el jinete Jesús Garmendia.
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