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Los anfitriones de Michelle Obama

Ricardo Arranz y Alicia Villapadierna, dueños del hotel en el que pasará las vacaciones Michelle Obama, nos muestran el escenario de lujo que aguarda a la primera dama de EEUU

AP

RAMIRO VILLAPADIERNA

La joya de la costa… para que la primera dama global se sienta como una reina: Éste sería finalmente el acontecimiento planetario que va a sacar a España, de los titulares bajistas y los diferenciales de la deuda, y ponerla al sol que más calienta y nunca falla, que en el sur sigue saliendo por Antequera.

Mientras llega la reeducación en el modelo productivo, antes que la sequía bancaria, la que llega inopinadamente a Marbella es la familia Obama: Michelle reivindicando a Gunilla y quiera que demostrando que, en tiempos de crisis, vuelven los antiguos valores, que en el mediterráneo han sido de antiguo el lujo del saber vivir al sol y sin molestar.

Sobre el idílico terreno, el problema reeducacional está siendo enseñar a 150 empleados del mejor ressort de España, de cuyo vocabulario fue extirpada la negación como posibilidad, a decir ahora «no» a todo aquel que se aventura con un cuaderno, un micrófono o una cámara.

La era Obama está cambiando hábitos aun a miles de kilómetros de la Casa Blanca y a Marbella bien le viene un cambio de tono. Que cambie la percepción de la Costa del Sol es lo que desea el creador de este elegido hotel Villa Padierna, después de los sucesos expansivos y críticas que ya cree superados, y los largos meses de una crisis que gravan a las primeras industrias de España, el turismo y la construcción.

El primer «no» escuchado en mucho, en este selecto altiplano a 7 kilómetros de Puerto Banús, ha sido el «no comments» de unos servicios de inteligencia, aterrizados con el terno operativo de Miami Vice; a éste, le sigue el «no se sabe», en torno al descuelgue final de la visita de un presidente norteamericano, vapuleado por la prensa por sus aficiones golfistas, mientras el golfo de México se teñía de negro.

Los Obamas coinciden con nombres como Eva Longoria o Antonio Banderas

Precisamente Michelle y sus amigos del golf son los que le habrían preparado a Barack Obama esta fiesta de cumpleaños (49), que por esas cosas coincide con el de un presidente Zapatero (50) al que, al decir del frenesí monclovita, parece haber entrado una prisa irreprimible por visitar las noches marbellíes. No se sabe todavía si aquí se ha escuchado también otro «no» de parte. Sí confirma en cambio la Zarzuela, que en los últimos años ha asumido parte de la diplomacia, un encuentro real con los altos visitantes estadounidenses.

Aun otras amables negativas del reputado complejo turístico se refieren al «no hay registro de facturas» alocadas e inverosímiles, tal vez por no haber archivadores suficientes, «ni de celebridades», por más que hayan pasado a cientos: Es ese «no» de mayordomo de los de antes, que aquí se llama discreción y sería impagable en la factura final.

Se ha podido saber no obstante que los Obamas coinciden por reservas con algunos nombres como Eva Longoria, Antonio Banderas y Melanie Griffith, que apoyaron la campaña del presidente, así como Boris Becker, Adriana Karembeu y, entre otros, Rosario Flores o María Bravo, todo lo cual se asegura que no tiene nada que ver con nada y menos con el cumpleaños de Obama, y sí con una gala Starlite a 800 euros el cubierto. De la factura de la familia presidencial tampoco se sabe nada, pues los servicios de información aún husmean, antes de elegir, palmo a palmo las habitaciones y estancias, que vienen a oscilar al pago entre los 250 y los 3.600 euros por noche.

A los nuevos «no» del suntuoso establecimiento, con instalaciones y posibilidades como para vivir de por vida, de ser ello ello posible, se añade el cortés de que los Obama no han pedido nada especial, salvo «lo único de que no se haga ningún especial» por ellos, según hace creer el dueño, Ricardo Arranz de Miguel, tras de su última reunión con la embajada estadounidense, los sucesivos enviados monclovitas y hasta los poderosos alcaldes de la zona, que andan envidiosos y revolucionados. «Quieren que todo sea lo más normal durante su estancia y en ningún momento han pedido que se cierre el hotel».

Hará mes y medio que a su oficina llegó una reserva para una treintena de habitaciones. Ningún problema para un hotel que ha albergado y servido bodas reales y sultanales para miles, sin dejar sin hielo a Marbella y sin atasco alguno en la manicura. Y que ofrece un servicio de Rolls, helicópteros o yates a la más discreta seña.

Pero luego han sido 40 las reservas de la Casa Blanca y, en la última semana, hasta 60 y pagadas de entrada, lo que ha llevado a realojar discretamente a algunos vacacionantes, de los que se regalan con sus dos mil metros de balneario y sofisticadas terapias, y gustan de pasear entre el millar de obras de arte catalogadas, columnatas romanas auténticas y fuentes árabes recuperadas por el puro placer de oírlas.

Para otros sonidos que el agua, hay todo un anfiteatro romano al raso para actuaciones propias, entre la zona del hotel llamada Linares, que es la reservada por la Casa Blanca, y las conocidas como Casitas de Villa Padierna, un puñado de villas de lujo con mayordomo incluido, a las que se accede nada menos que por la escalinata que fue del palacio Villamagna de Madrid, una de tantas operaciones de rescate y salvamento de Ricardo Arranz. Como la de la mesa donde se firmó al parecer la Constitución de 1812, situada en la Sala Venus y en la zona reservada por la misión estaodunidense.

Los Obama han pedido que «no se haga nada especial»

Retirado y desconocido por la mayoría del común, incluso de la propia zona, el Villa Padierna parece ser en cambio confidencia entre principales y, especialmente, entre el círculo del golf global, rodeado como está hasta sus propias escalinatas por tres campos de ese otro deporte escocés que no se sirve en vaso: el Flamingos Golf, de 18 hoyos y par 71, el Alferini con par 73, y el Tramores, par 65.

Golf de fama internacional, gastronomía equiparable presidida por Berasategui y ahora conducida por Víctor Taborda, arte clásico de primera mano, discreción, chacras, aromaterapias o anfiteatro, todo ello relatado de primera mano por personas del círculo de la pareja presidencial, parecen haber obrado este momento marbellí de los Obama. Fuentes estadounidenses insisten en que allí no gusta ver a su presidente de vacaciones y menos en el extranjero, de ahí la insistencia ahora del grupo Ritz-Carlton en que al menos la administración del hotel está en manos norteamericanas.

Arranz insiste en que el mérito de la visita pertenece al buen nombre internacional de toda la industria turística de la Costa del Sol, al margen de que su hotel, como el medicinal que tiene en las Termas de Carratraca, sea para Expedia uno de los mejores del mundo. Frente a críticas, justas como excesivas, el empresario y coleccionista de 54 años recuerda cómo hace más de medio siglo, pioneros como Hohenlohe, Mora y Aragón, Banús o el propio conde de Villapadierna -circunstancialmente de Málaga- y tantos pequeños y grandes promotores, desarrollaron el que iba a ser uno de los mayores activos de la economía y del nombre de España en el mundo.

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