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No sin mi iPad

No hay crisis que valga: cuando queremos la última innovación tecnológica nos lanzamos a por ella cueste lo que cueste. A veces puede ser un problema psicológico

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josé manuel blanco

La crisis económica no ha impedido que los españoles sigan consumiento tecnología. Mientras muchas familias tienen que apretarse el cinturón, otros no pretenden renunciar a estar a la última moda. Por mucha crisis económica que haya, la coyuntura financiera no nos ha impedido hacernos con un iPad , un iPhone o con cualquier otro capricho tecnológico. Quien haya podido, claro está.

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Es verdad que a veces hay que cambiar de móvil o que nuestro ordenador se rompe y tenemos que despedirnos de él para dar la bienvenida a un modelo mejorado. Algo comprensible contrasta con hechos como que el Ipad, la nueva tableta de Apple (ya sabemos que cualquier producto de la empresa de la manzana arrasa nada más salir al mercado ), se agotara en España a los pocos días de ser puesta a la venta. Mientras, hay cerca de cuatro millones de parados y muchas familias que recortan gastos en estos tiempos tan malos. Con la que está cayendo, ¿somos los españoles unos «derrochadores tecnológicos»?

A la moda

A los españoles les gusta estar en la última en cuanto a tecnología se refiere. Las grandes superficies son recelosas a dar datos de ventas, pero algunas ofrecen un bosquejo de la situación. Por ejemplo, PC City se quedó sin iPads a los pocos días de ponerlos en venta, como toda España en una semana ; y la adquisión de ordenadores portátiles está subiendo este año un 9% con respecto a 2009 aunque, eso sí, favorecida por una bajada de los precios.

Y la lista sigue: en la Fnac se incrementan la venta en modelos de ordenadores de nueva marca. Son tajantes: «El cliente siempre busca la novedad» . Y señalan que las ventas o se aumentan o se mantienen.

Mientras, en El Corte Inglés creen que el consumo no entiende de crisis, en un momento en que que la venta de pantallas planas se ha disparado con el Mundial de Fútbol. Simplemente, hay personas que sí pueden permitirse la compra de unos productos más caros y otros que buscan algo más modesto.

Además, para ellos la tecnología no está reñida con apretarse el cinturón si lo que importa es un ahorro a largo plazo. Ponen para ello el ejemplo de los muchos (no se dan, recordemos, datos concretos) electrodomésticos de alta eficiencia que han vendido últimamente. Estos contaminan menos el medio ambiente y (esto es lo verdaderamente importante para la mayoría de los consumidores) consumen menos energía, lo que se traduce en una factura de la luz más reducida. Por eso, a pesar de que son más caros, muchos consumidores prefieren gastarse ahora el dinero y poder ahorrar a largo plazo.

Comprar la experiencia

¿Somos unos derrochadores tecnológicos o de verdad nos lo podemos permitir? Para Pablo Balaguer de la Riva, psicólogo del Colegio Oficial de Las Palmas, «compras la experiencia que te venden». Según Balaguer, esta experiencia es el deseo de «ir a la moda», aunque ello implique comprar inconscientemente y sin necesidad. Ese anhelo de estar a la última siempre puede derivar en algo muy peligroso: la compra compulsiva. Según Balaguer, «a la larga se produciría un efecto contraproducente: arruinarse por llegar a la exclusividad», por diferenciarse del resto con la última innovación hecha carcasa y cables.

Balaguer apunta otro problema que tiene este consumo de tecnología y que es la capacidad de adicción . El querer conseguir la satisfaccción antes citada puede derivar en un uso excesivo del producto, un enganchamiento perpetuo y otras adicciones como (cita Balaguer) la sexual o a determinados temas o páginas web. Y si la situación no fuera lo suficientemente grave, el círculo de amigos y familiares alrededor de la persona afectada puede verse seriamente dañado. Así, en algunos casos ya no es sólo una cuestión de dinero que las compras pasen a mayores.

Más allá de las siempre preocupantes adicciones, lo que sí está claro es que éste es un momento o para ahorrar o para gastar en algo que nos permita ahorrar en el futuro, como los electrodomésticos de alta eficiencia. Quienes no puedan, tendrán que esperar tiempos mejores en los que, quién sabe, igual habrán bajado los precios.

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