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Muertos que vuelven a la vida en Facebook

Cuando borrar el rastro después de la muerte se convierte en una auténtica pesadilla

anna grau

Facebook va camino de los 500 millones de usuarios pero algunos ya no son de este mundo. Desde su lanzamiento en 2004 esta red social ha tenido tiempo de tener bajas en el mundo real que no siempre se corresponden con el virtual. Hay páginas de personas muertas que siguen abiertas y funcionando, y el sistema de vez en cuando manda a sus amigos recordatorios animándoles a contactar con ellos. Estos avisos tienen a veces efectos involuntariamente sonbrecogedores. Son los fantasmas de Facebook.

El pasado fin de semana «The New York Times» reproducía un par de casos concretos de usuarios de Facebook que se sobresaltaron al recibir señales de vida de amistades ya fallecidas. No siempre la reacción es la misma. Por ejemplo Tamu Townsend, una escritora técnica de 37 años de Montreal, se queja del dolor y de la frustración que siente cada vez que la red la invita a contactar con alguien con quien ya no puede. Otra de las entrevistadas, Courney Purvin, admite en cambio que tras un primer sobresalto sintió «alegría» por el recordatorio de un viejo amigo de la familia que tocó el piano en su boda, y que dejó este mundo el pasado mes de abril.

Honras fúnebres

En un momento en que no se sabe dónde acaba la vida física y donde empieza la electrónica puede ser confuso hasta morirse. ¿Qué pasa con los restos virtuales de una persona? ¿Con su página, con su información personal, con su estela de amigos? Hay quien queda flotando en un limbo desde el que se aparece en cualquier momento a los vivos.

Ciertamente a Facebook le costó introducir la muerte en sus algoritmos originales. La extrema juventud de sus primeros usuarios convertía el acto de morir en algo sumamente anómalo. A medida que la red social no sólo envejece sino que se abre a nuevos grupos de edad –los sexagenarios constituyen una nueva mina-, se impone abrir hueco a nuevas realidades.

No es que no haya absolutamente nada previsto. Por ejemplo a raíz de la reciente matanza estudiantil de Virginia, Facebook habilitó la posibilidad de convertir las páginas personales de las víctimas en páginas de tributo, receptáculos de toda clase de recordatorios y honras fúnebres. Esa posibilidad existe para cualquier usuario de Facebook.

Automatismos fallidos

Lo que pasa es que hay que activarla, y a día de hoy no es fácil que el sistema lo haga automáticamente. Es tan simple como que no hay suficientes gestores humanos de Facebook para prestar con garantías este servicio. Se han hecho aproximaciones –por ejemplo, automatismos que saltan en cuanto una página personal recibe determinada cantidad de condolencias-, pero ninguna ha funcionado al cien por cien hasta la fecha.

Entre otras cosas porque tanto o más grave que dar señales de vida de un muerto es anunciar el deceso de una persona viva. En alguna ocasión los automatismos ya descritos han llevado a la cancelación de cuentas de personas a las que no les había pasado nada excepto llamarse casi igual que alguien que acababa de fallecer. El susto para ellos y el sofocón para Facebook fue suficiente para extremar la prudencia en lo sucesivo.

Todo indica que de momento los usuarios de la red tendrán que acostumbrarse a lidiar con unos cuantos fantasmas. Después de todo, las ausencias forman parte de la vida real. Que también se dejen sentir en la vida virtual no deja de ser una forma –dolorosa- de madurez.

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